Cambios, modernización, desafíos y urgencias en la uva de mesa
Carolina Cruz, Ing. Agrónoma, Presidenta UVANOVA

Cambios, modernización, desafíos y urgencias en la uva de mesa


Por Carolina Cruz

Por muchos años, Chile fue referente en torno al desarrollo de la uva de mesa en grandes seminarios. Un negocio que por más de 90 años abrió espacios productivos, comerciales y nos posicionó como el principal exportador de esta especie en el mundo. Sorteamos con éxito el paso de las variedades semilladas a las sin semilla, integramos nuevas formas de producir al incorporar tecnologías como los sistemas de riego localizados, construyendo grandes centros de embalaje y enfriamiento, entre otros. En el área comercial se abrieron mercados emergentes, concretamos tratados de libre comercio con diferentes países y, por supuesto, vimos la formación de variadas y sólidas generaciones de productores, profesionales y trabajadores especialistas en uva de mesa.

Sin embargo, hoy nos encontramos en un punto de quiebre, el que debemos observar cuidadosamente, para convertir esta pérdida de competitividad en oportunidades de cambio.

Son varios los desafíos por delante y el recambio varietal es uno de los que se ha abordado con fuerza en los últimos años. La nueva oferta es amplia y proviene de diferentes programas genéticos, tanto extranjeros como nacionales.
El esfuerzo por desarrollar nuevas variedades ha sido grande y no siempre exitoso, ya que algunas no se han adaptado bien a nuestras condiciones. Sin embargo, hay que reconocer que muchas de ellas permiten una mayor productividad, son de alta fertilidad y casi no requieren de reguladores de crecimiento para lograr calibre, atributo de calidad cada vez más requerido por los mercados en el mundo.

En esta nueva oferta hemos conocido sabores, formas y aromas diferentes, los cuales de forma paulatina han ido conquistando el paladar de los consumidores. Aún no está claro si las nuevas variedades logran diferenciarse alcanzando mejores precios de ventas respecto de las tradicionales, pero sí es un hecho que su gran aporte está en una mayor producción de cajas por hectárea, lo que permite a los productores cubrir mejor sus costos.

Por otra parte, Chile lleva varios años enfrentando una sequía de proporciones y que en la temporada recién pasada significó fuertes mermas en los volúmenes exportados. Por lo tanto, otro desafío es investigar la mejor y más eficiente forma de regar, mejorando la huella hídrica en las uvas. Para esto se requieren esfuerzos conjuntos entre el Estado, los privados y las entidades de investigación.

Otro aspecto a considerar es la gran demanda que la uva de mesa tiene por mano de obra. Lo que alguna vez fue poéticamente “un cultivo que ocupa la artesanía para lograr un lindo racimo”, con la baja disponibilidad de mano de obra en el campo, se ha convertido en un gran problema.

En resumen, necesitamos variedades amigables de producir, fáciles de manejar, que se adapten a sistemas lineales, con estructuras que faciliten el trabajo con la gente, colocando los racimos al alcance de la mano y que permitan, en lo posible, mecanizar algunas labores, es decir, un cambio estructural importante, que integre el recambio varietal pero que se proyecte a los nuevos tiempos para el agro.

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