Ares v/s Atenea, dos miradas para una misma guerra

Ares v/s Atenea, dos miradas para una misma guerra


Los mitos buscan explicarnos la vida, el por qué de las acciones, diferencias y conflictos que se desarrollan entre los hombres. En la mitología griega, Ares era el dios de la guerra. Hijo de Zeus y Hera, que representaba la cara más brutal, cruel y sangrienta de los combates. Personifica la violencia, la muerte en los campos de batalla y el saqueo de las ciudades.

Su media hermana Atenea, también es una divinidad guerrera, representa en cambio la sabiduría y la estrategia, elementos claves para enfrentar cualquier conflicto. Sin el carácter brutal de Ares, prefiere la inteligencia, la táctica y era también reconocida por su ingenio y valentía.

Al momento de escribir esta editorial, Rusia, con la fuerza que le otorga la supremacía bélica y la arrogancia de haber sido Imperio, invadió Ucrania. Por múltiples frentes despliega sus fuerzas para doblegar a su enemigo en una campaña relámpago. Sin embargo, no fue capaz de medir un elemento clave: la determinación del pueblo ucraniano. Es así como la avanzada del presidente ruso se encuentra con una fiera defensa: civiles y militares ucranianos que luchan unidos. No están dispuestos a volver a ser parte de un conglomerado que les es ajeno. Difícil no estar con ellos, ansían su libertad e independencia.

Emociona ver cómo los ciudadanos, sin preparación militar previa: profesores, ejecutivos, albañiles, cambiaron sus lápices, teclados y herramientas por armas para defender sus ciudades. Cómo mujeres trabajan preparando defensas, confeccionado bombas molotov y luchando codo a codo contra un enemigo invasor. Emociona ver cómo más de un millón de niños llegan a las fronteras buscando refugio, soportando temperaturas bajo cero y dejando atrás a padres y hermanos mayores. Entristece ver como nuevamente nos vamos aproximando al barranco de una guerra a escala mundial.

En estos momentos en que está en juego la libertad de regirse soberanamente, preocupa el futuro de varios otros países que podrían sufrir el mismo destino. Bien lo sabe el resto de Europa y Estados Unidos, sin embargo, una intervención a gran escala de estos países detonaría una guerra que nadie desea enfrentar. En occidente, por ahora prima la cordura y se privilegia ayudar enviando armamento y generando un bloqueo económico nunca antes visto que busca golpear la economía rusa con sanciones de cientos de miles de millones de dólares.

Si estuviéramos en la antigua Grecia, no habría duda de que Atenea estaría sentada a la diestra del presidente ucraniano Volodimir Zelenski, graduado en derecho y ex – comediante que no tenía mayor experiencia en la arena política cuando fue elegido hace pocos años, y que se ha convertido – de la noche a la mañana – en un líder de guerra. Por su parte, Ares es mal consejero del presidente Putin, quien no duda en llevar a Rusia a enfrentarse en una batalla que cada día cobra vida de inocentes. Su figura infunde miedo y hasta ahora no reconoce límites.

Adicionalmente, Rusia y Ucrania combinados representan una parte enorme de los suministros agrícolas del mundo (casi un 10%). El cese de exportaciones de trigo, maíz, aceite de girasol, entre otros acrecientan la inflación alimentaria, cuyos efectos podrían llegar a superar al impacto de la pandemia.

Como industria nos queda seguir abasteciendo responsablemente los mercados, la población mundial depende de nuestros productos para alimentarse. Al mismo tiempo, debemos avanzar y enfrentar nuestros grandes desafíos: sequía, fletes navieros desproporcionados, escenarios políticos y sociales adversos, mano de obra escasa, entre muchos otros, pero debemos hacerlo con la sabiduría y la estrategia de Atenea y ojalá con la determinación demostrada por los ucranianos.

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