Fortalecimiento de la industria y el rol de la banca
Financiamiento en el agro

Fortalecimiento de la industria y el rol de la banca


Por Francisca Bustos Leal.

La industria hortofrutícola ha vivido una evolución radical en las últimas décadas, pasando de ser un negocio enfocado en mercados regionales a uno global, que moviliza millones de dólares y da trabajo a miles de personas.

Debido a lo anterior sus necesidades también se han ido transformando, en parte, gracias a requerimientos y normativas en sus mercados de destino, los que son mucho más exigentes y rigurosos.

De la mano del crecimiento económico, han nacido una serie de empresas y servicios enfocados a facilitar el proceso de exportación de los productos frutícolas a destinos lejanos, ya sea servicios logísticos, de empaque, o agroquímicos destinados a extender la vida útil de los productos frescos, por mencionar algunos.

La industria hortofrutícola en Chile se ha convertido en uno de los pilares del desarrollo económico por su aporte al PIB y la generación de empleos, con tasas de crecimiento estables y sostenidas.

Además, el establecimiento de acuerdos comerciales ha permitido acceder a diversos mercados, lo que ha ampliado el portafolio de oportunidades con el que cuentan los países productores y, en consecuencia, las empresas hortofrutícolas.

Según datos de Rabobank, en su reporte World Fruit Map 2018, alrededor del 9% de todas las frutas producidas en el mundo son comercializadas internacionalmente, porcentaje que va al alza.

“Frutas como plátanos, manzanas, cítricos y uvas son comercializadas mundialmente, siendo Latinoamérica su principal proveedor y China un gran importador con tasas crecientes. El crecimiento del mercado mundial de frutas frescas ha sido importante en los últimos años: En 2007 era alrededor de 350 millones de toneladas y en 2017 superó levemente los 500 millones de toneladas”, detalla la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias de Chile, Odepa, en un informe enfocado en las oportunidades de la industria frutícola chilena publicado en enero de 2021.

En Chile en particular, los productores frutícolas tuvieron que “cambiar su producción, hacer más eficiente sus tecnologías y obtener ciertas certificaciones, para poder sacar sus productos hacia afuera”, indica Cristián Chávez, jefe comercial de Factoring Nacional para Latam Trade Capital.

Es así como la industria hortofrutícola en Chile se ha convertido en uno de los pilares del desarrollo económico por su aporte al PIB y la generación de empleos, con tasas de crecimiento estables y sostenidas.

Lo indicado se repite también en Perú, donde ven a la industria como uno de los principales sectores que impulsan la reactivación de la economía, teniendo un crecimiento importante y sostenido, en promedio de un 15% anual, “pasando de facturar US$ 2.202 millones en 2010 a US$ 10.000 millones al cierre de 2021”, agrega José Mario Escudero, gerente comercial Latam Trade Capital Perú.

“Operacionalmente la banca ha mejorado las plataformas de los productos vinculados a las líneas de exportación (pre, post embarque), acortando los tiempos en cada proceso. Esto ayuda a tener liquidez en menor tiempo”.

José Mario Escudero, gerente comercial Latam Trade Capital en Perú.

 

FINANCIAMIENTO

A raíz de la evolución que ha tenido la industria hortofrutícola a nivel económico, el mismo acercamiento de las entidades financieras, como bancas o aseguradoras, ha cambiado para acomodar las nuevas necesidades del sector.

Nadia Troncoso, jefa de información de Solunion, comenta que “la demanda de alimentos a nivel mundial exige que las empresas del sector se mantengan en una actualización constante en los ecosistemas tecnológicos que derivan en el impulso de mecanismos financieros para así poder hacer más eficiente el trabajo”.

Producto de lo anterior, Troncoso agrega que la banca ha experimentado un crecimiento en tamaño y en el rol que cumple dentro del sector agroindustrial, debido a la constante innovación que deben realizar las empresas de este rubro.

“Adaptación tecnológica, eficiencia energética, uso de materias primas para la elaboración de alimentos innovadores y búsqueda de técnicas para hacer más eficientes sus procesos productivos”, son algunos de los ejemplos que brinda la representante de Solunion.

Si bien los países cuentan con subsidios entregados por el Estado, éstos no cubren el 100%, motivo por el cual es necesario acudir a privados.

En ese contexto, Rinaldo Ratto, subgerente de riesgo Agrícola de Banco Estado de Chile aclara que, si bien ha habido una evolución, existen bancos que ven al sector agrícola y hortofrutícola como parte de su cartera, que no necesariamente cuentan con una política especifica orientada a apoyar o desarrollar el rubro, y otros que se han ido especializando y diferenciando, generando una estrategia comercial especifica entorno a las necesidades del sector.

“Han visto que es un sector que se ha profesionalizado constantemente, se puede ver una diferencia y por eso es que se han ido desarrollando productos: En el caso de las exportaciones, todo lo que tiene relación con el apoyo de los productos derivados, como créditos más específicos”, comenta el ejecutivo.

Esas herramientas vienen dadas por la evolución del sector, el que al ser ahora un negocio internacional necesita apoyo en temas como la reconversión frutícola a rubros de mayor rentabilidad, adquisición de tierras, cambio a nuevas variedades, compra de derechos de agua, tecnificación de riego, adaptación de procesos productivos, entre otros.

“En el contexto de la evolución de los últimos años y en los cambios que está experimentando hoy día el sector, la banca ha tenido un rol directo en apoyo a ese tipo de proyectos e inversiones”, destaca Ratto.

Por su parte, el representante de Latam Trade Capital en Perú indica que, en su país, han observado que “operacionalmente la banca ha mejorado las plataformas de los productos vinculados a las líneas de exportación (pre, post embarque), acortando los tiempos en cada proceso. Esto ayuda a tener liquidez en menor tiempo”.

Añade que “en el caso de las entidades financieras no bancarias también se han desarrollado productos que ayudan al sector a contar con mayor liquidez (factoring doméstico e internacional, confirming, créditos preembarque)”.

Sin embargo, remarca que, a diferencia de la banca del exterior, “la Banca local, al ser el sector agroindustrial relativamente joven, no ha acompañado en el crecimiento de la agroindustria, no conoce los ciclos ni los riesgos agrícolas. Es una banca que no apuesta por el sector, y ante un bache de éste toma una posición de riesgo cero y contrae las facilidades aprobadas”.

 

TENDENCIAS EN FINANCIAMIENTO

La industria hortofrutícola a nivel global se enfrenta a diversos retos, como los problemas asociados al cambio climático, el crecer de forma sustentable y utilizar energías más eficientes y con un menor impacto al medioambiente.

Ratto explica que, en tendencias a nivel de financiamiento, lo anterior se está tomando en cuenta por parte de las entidades relacionadas, aunque es algo que está en desarrollo.

“Aparte de estos requerimientos de capital de trabajo e inversiones que son propios del rubro, hoy se suma con mayor fuerza todo lo que tiene que ver con la incorporación de tecnología limpia, procesos orientados a la mecanización, la eficiencia en el riego y las energías renovables; eso claramente ya es una realidad y se puede proyectar que va a seguir creciendo”, comenta. “Los bancos han ido incorporando el tema hídrico en su variable de decisión, en la valoración de los terrenos, lo que son las tasaciones. Hoy en día es una realidad incorporarlo, más allá de ver balances o números, que es necesario, se incorpora el tema de las necesidades de agua, la demanda de cultivo y de manejo”, agrega.

Troncoso afirma que “este sector es uno de los principales afectados por el cambio climático, debido a que su producción proviene de recursos naturales y que se están viendo afectados, por ejemplo, con la escasez hídrica. Con lo anterior las empresas han debido implementar proyectos de sostenibilidad y mayor financiamiento, para poder mantener su continuidad de negocio en los próximos años”.

En ese sentido, algo que antes era considerado como riesgo de temporada, ahora ha pasado a ser un riesgo usual. “Por ejemplo, las lluvias fueras de temporada, las variaciones de temperatura o las primaveras más frías que ha habido en los últimos años, la ocurrencia de heladas en periodos que no son comunes…todo eso tiene que ver con el cambio climático, pero también influye en cómo los bancos van evaluando al cliente”, explica el representante de Banco Estado.

Como ejemplo de lo anterior, Chávez menciona las lluvias que hubo en el verano de 2021 en Chile, las que impactaron fuertemente a la industria frutícola y de la uva de mesa en particular, y que fueron un hecho inesperado para todos.

A raíz de ese tipo de sucesos es que el ejecutivo para Chile de Latam Trade Capital explica que algunos productos están tomando seguros como apoyo, mientras que otros están analizando cambios en el destino de sus cultivos o cambios en variedades.

Ratto agrega que otro aspecto que se está dando actualmente son mayores créditos orientados a compras de terrenos en el sur de Chile, “proyectos de reconversión, principalmente de cultivos a frutales, pero también entre los mismos frutales a variedades con menor requerimiento de mano de obra y de agua, como la uva y los arándanos, donde se ha ido observando un fuerte recambio varietal”.

 

MODERNIZACIÓN TECNOLÓGICA: EL FUTURO DEL SECTOR

Respecto del futuro de la industria hortofrutícola y sus necesidades financieras, los representantes del sector están de acuerdo en que existe un potencial de crecimiento económico.

Lo anterior va en línea con lo indicado por la Organización Mundial de Comercio (OMC) la que destaca que, a pesar de la importante caída del comercio de bienes durante el primer semestre de 2020, las exportaciones silvoagropecuarias aumentaron 2,5% durante el primer trimestre del año, en comparación al mismo período en 2019.

Es en ese contexto, los representantes del sector declaran que la modernización tecnológica va a jugar un rol significativo, permitiendo hacer los procesos más eficientes y en línea con las demandas de los consumidores.

Troncoso cree que “Chile se perfila como potencia alimentaria si se llevan estrategias eficientes que potencien este sector. Además, si es apoyado de incentivos tanto a nivel privado como público, esto podría generar que nuestros productos lleguen a más países en el mundo”. Añade que “se tiene un gran desafío a nivel de variedades de productos que aún no hemos sabido aprovechar a nivel de ventajas climáticas y de condiciones de suelo que nos ofrece el país”.

Lo positivo, indica Ratto es que ahora las entidades bancarias “tienen mucho más incorporado lo que son los movimientos cíclicos que tiene el rubro y que es un sector que está constantemente afectado por variables exógenas”.

«(Las entidades bancarias) “tienen mucho más incorporado lo que son los movimientos cíclicos que tiene el rubro y que es un sector que está constantemente afectado por variables exógenas”.

Rinaldo Ratto, subgerente de riesgo Agrícola de Banco Estado de Chile

Destaca que “así y todo ha mostrado un crecimiento sostenido y específicamente el sector hortofrutícola ha ido acompañado con mejoras en los sistemas de información y profesionalización, lo que ha sido el punto crítico para los bancos, respecto a ir desarrollando apoyo más directo”.

Por su parte, Chávez ahonda en lo anterior y aconseja sobre lo necesario que resulta incrementar la ampliación de redes internacionales, mejorar y aumentar los productos e ir de la mano con la sustentabilidad ambiental, y tener la capacidad de adaptarse a los cambios climáticos.

Sostiene, además, que hay un papel importante que tiene que suplir el Estado en materia de financiamiento, en particular para los desarrollos tecnológicos, con el fin de disminuir el riesgo, aumentar la producción y generar un apoyo al capital de trabajo.

Lo anterior con el fin permitir el desarrollo y evolución de la industria hortofrutícola, la que se enfrenta al desafío de producir alimentos suficientes para satisfacer la demanda mundial, en medio de las constantes demandas del sistema.

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