“Tenemos que volver a ponerle patines a Chile”
Alejandro García- Huidobro, gerente general Exportadora Prize

“Tenemos que volver a ponerle patines a Chile”


Por Marcela Venegas / Fotografía: Francesca Navarro-Grau

Fundador de una de las principales exportadoras chilenas de cerezas, arándanos y otras frutas frutas, Alejandro García – Huidobro (41 años) sí que sabe cómo comercializar un cultivo en los mercados más exigentes del mundo.

El ingeniero comercial tuvo un corto paso laboral por Santiago, para luego trasladarse junto a su esposa, Micaela Cartwright, a la zona que los vio crecer y donde decidieron formar familia junto a sus 6 hijas. A los 26 años y sin capital formó Prize, empresa con la que ha logrado construir un imperio de la fruta de exportación desde Requinoa, Región de O’Higgins.

El año pasado tomó la decisión de dejar la vida de provincia para ampliar los horizontes de la empresa y familia, trasladándose a Estados Unidos, opción que no ha estado excenta de desafíos – crisis social en Chile y pandemia del Covid-19 incluidos – pero que le permite tener una mirada aguda pero certera sobre la industria, el país, y la cultura del éxito. “La gran mayoría de las veces nos ha ido bien, pero también hemos tenido que bailar con la fea y eso es duro en un negocio donde se depositan tantas confianzas en tu gestión, y cuando el hacer el mejor esfuerzo a veces no es suficiente como pasó este año con la situación del Covid que nos pegó en China fuertemente”, comenta.

Una mirada a Chile

¿Cuáles crees que son las principales brechas que existen en Chile para lograr tener un crecimiento económico más orgánico, y que se han develado a partir de la crisis social y pandémica?

“En Chile hoy estamos afectados emocionalmente. Hay mucho mensaje simplista y popular, pero cortoplacista, y muchos políticos se parecen más a hinchas fanáticos de un equipo de fútbol que los líderes y buscadores de acuerdos que son llamados a ser. Todos estamos de acuerdo con una mejor educación, salud, pensiones, y los representantes que elegimos están para buscar mecanismos que hagan eficientes, viables esas mejoras y su financiamiento en el tiempo. A la discusión le falta responder ¿de dónde vamos a sacar la plata? Y lo más importante, ¿cómo vamos a recuperar el empleo?.
La única forma demostrada para esto es el crecimiento económico, y para eso tenemos que volver a recuperar las confianzas en nuestro país y volver a invertir”.

Si extremamos esta situación ¿ves jugadores saliendo a otras canchas?

“Si uno quiere jugar fútbol y la cancha está llena de hoyos, probablemente nunca vas a poder correr como Messi, porque te vas a doblar los pies cada 5 pasos. Entonces, la cancha estable, que es el sistema político, social y económico, y las reglas del juego claras, son básicas para que un país y cualquier industria se desarrolle en cualquier parte el mundo. Ahora, si a la cancha le siguen apareciendo hoyos y el encargado no riega el pasto, mejor me voy a jugar a la cancha de al lado y eso se llama “me cambio de país”. Creo en Chile estamos muy cerca de caer en eso, como tristemente ha pasado en otros países de Latinoamérica”.

En este contexto ¿qué rol crees que tiene entonces el empresario?

“Históricamente el empresario chileno ha sido muy hincha de invertir en el país. Hoy que la estabilidad está en juego, se está mirando hacia otros lados, no solo por diversificación, sino que por el factor seguridad, que es nuevo para nosotros. Creo que es triste porque Chile tiene buenos empresarios. Algunos se cuelgan de unos pocos casos para generarnos una mala imagen, pero la gran mayoría siento, sinceramente, que somos un gran aporte.
El rol del empresario no solo se refleja en generar trabajo y pagar impuestos, sino en dar oportunidades de crecimiento personal y movilidad socioeconómica lo que es fundamental para el desarrollo de un país”.

¿Cómo sientes que los chilenos nos relacionamos con el éxito?

“Creo que tenemos una visión complicada del éxito, no se valora y llevamos muchos años con esta nube negra encima.
En el colegio es más “cool” ser rebelde que esforzarte para que te vaya bien. Al “mateo” se le hace bullying igual que al empresario exitoso. Si eres un empresario chico o un emprendedor, tienes planes de apoyo y la sociedad te ve bien. Si empiezas a crecer, armas buenos equipos de trabajo y logras llegar a ser grande, por arte de magia te transformas en el “malo de la película”, y te cuelgan carteles de “abusador”, “lucrador” y toda esa sarta de cosas que un grupo chico nos está metiendo en la cabeza desde hace tiempo. Y tanto se repiten estas consignas que se terminan convirtiendo en “realidad”. Un país como EE.UU. se ha desarrollado y llegado a ser la potencia mundial debido a que desde chicos se valora y se reconoce mucho el éxito, como resultado positivo del esfuerzo”.

 


“El efecto multiplicador que genera un dólar facturado en la agricultura v/s la minería es muy potente”.


¿Sientes que en Chile hay una mirada muy simplista del esfuerzo y los logros del empresario?

“El discurso pyme ha hecho mal, lo siento populista. El chico quiere ser mediano y el mediano grande, es lo que tiene que pasar, es el resultado esperado de hacer las cosas bien. Tenemos que volver a ponerle patines a Chile, ya que el populismo está aplastando los valores que permiten progresar. Debemos reencantarnos como sociedad para valorar positivamente el esfuerzo y su resultado, sin buscarle el “pero”. Si le seguimos echando la culpa al otro y también exigiéndole la solución al otro, no hay salida.
El progreso parte por uno mismo, por el esfuerzo que uno le pone a las cosas para hacerlas cada día mejor. La suma de esfuerzos individuales lleva a las familias y a los países al progreso, y esto genera mejores posibilidades para todos. No hay mejor ley ni reforma que un sistema que premie el esfuerzo y no lo castigue.
Para eso creo importante distinguir la igualdad de oportunidades de la igualdad de resultados. La primera es fundamental para que cualquier persona y sociedad pueda crecer; la segunda es un desincentivo al esfuerzo y un fracaso seguro.
¿Qué pasa si generáramos las condiciones para traernos a Bill Gates a Chile?, quizás seríamos más desiguales, pero claramente estaríamos mejor”.

Desde la misma vereda ¿cómo sientes que el Gobierno ha enfrentado la crisis actual (social y sanitaria)?

“Debe ser muy difícil gobernar y en esta situación. Desde un punto de vista humano, lo entiendo, debe ser muy duro e ingrato. Pero como chileno no puedo ocultar mi gran decepción de que un gobierno que salió elegido por los valores que dijo iba a defender, hoy esté bailando al ritmo de los que perdieron, doblegado en sus principios por una minoría que representa ideologías totalmente fracasadas en el mundo.

Es impresentable que hasta ahora no haya ningún plan de apoyo económico para empresas grandes. Y creo que es solo por miedo político, no tiene ninguna lógica económica ni social. Imagínate el impacto para las pymes y personas si cae una grande. Hoy estamos todos con la cabeza en el Covid-19, el plebiscito, pero cuando pasen estas cosas, ahí se viene lo duro económicamente, porque cuando los empresarios, que son los motores de la reactivación, tengan que tomar decisiones las harán basados en las señales que han ido recibiendo últimamente y que han sido palo tras palo”.


“Hoy la torta es mucho más grande y la competencia también ha aumentado, lo que te empuja a innovar, ser más eficiente y cada día mejor”.


Cooperación: La forma de agrandar la torta

Si bien la industria de la fruta no es para todos igual ¿Cuál ha sido la fórmula usada para que la cereza pueda lograr el anhelado win win?

“Recuerdo que en enero de 2016 partimos conversando con Hernán Garcés y Manuel Kaulen en el mercado de Guangzhou. Nos había ido muy bien con las cerezas, venía un crecimiento muy importante y debíamos saber qué hacer para consolidar la industria y no terminar nosotros mismos reventándola. Para eso necesitábamos más consumidores y mantener la percepción de valor de un producto antes escaso pero ahora con volúmenes masivos y crecientes. ¿Cómo agrandábamos la torta? Teníamos que llegar con marketing al consumidor y mejorar la logística naviera a China para llegar con un producto más fresco, y para lograrlo toda la industria debía participar.
De esto nació el Comité de Marketing de cerezas, un comité de adhesión voluntaria donde levantamos cerca de US$5  todos los años y que ha demostrado ser clave en el éxito actual”.

“Hoy la torta es mucho más grande y la competencia también ha aumentado, lo que te empuja a innovar, ser más eficiente y cada día mejor. Se generó un círculo virtuoso como pocas veces hemos visto en la fruticultura, y con muy buenas expectativas. Para mi esto es una joya y muestra el potencial de una buena cooperación y que hoy con el escenario Covid, donde existe una gran incertidumbre respecto a lo que pueda pasar, se hace mucho más necesaria como industria para llegar con un mensaje fuerte y claro a nuestros consumidores: “La cereza chilena es segura y nuestros estándares de seguridad e inocuidad son los más altos del mundo”. Y para darle más fuerza a esto es fundamental que se sumen las empresas que se han mantenido al margen del comité”.

¿En qué etapa se encuentra hoy Prize y qué importancia tiene la industria para el país?

“Llegamos a una etapa donde decidimos ponernos pantalones largos, pasar de ser un negocio local a una empresa global. En estos 15 años de vida, como equipo con mucho trabajo, sacrificio y pasión, hemos ido construyendo una historia de la que me siento muy orgulloso, desde ser unos novatos hasta ganarnos un espacio de respeto, aportando con nuestro grano de arena para construir una industria mejor. Esta industria se está consolidando. Los principales retailers del mundo son más fuertes y requieren un grado de servicio mayor. Es por esto que estamos ampliando nuestra oferta comercial incorporando nuevos países y pretendemos en pocos años consolidar una posición global que nos permita ser una plataforma para que muchos productores medianos y chicos no se queden abajo del carro, como ha pasado en muchas industrias.
Creo además que la agricultura tiene un rol social muy potente, el efecto multiplicador que genera un dólar facturado en la agricultura v/s la minería, por ejemplo, es mucho mayor.
Nosotros vemos en esto un rol trascendental en el largo plazo y es algo que va más allá de una rentabilidad económica. Es parte de la mística y la responsabilidad social que sentimos.
Este año viviendo afuera con la familia me sirvió mucho para sacar la cabeza del bosque y mirar desde afuera y ver todas las posibilidades que hay fuera de nuestra cancha. Y son muchas y muy interesantes”.

 

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