En busca de la competitividad perdida
REPORTAJE

En busca de la competitividad perdida

Retomar el liderazgo como el productor frutícola por excelencia del hemisferio sur es uno de los grandes desafíos que enfrenta Chile. Las perspectivas para una serie de cultivos indican que hay espacio para seguir creciendo. Además de la exitosísima cereza, el durazno, el kiwi y la avellana europea son algunos de los productos que podrían tomar las banderas. La uva en tanto, podría renacer como el ave fénix.


Por Claudia Carranza

Chile es mar, cordillera y, sin duda, un país frutícola por excelencia. Sin embargo, su posición de liderazgo a nivel regional como el principal productor y exportador de frutas del hemisferio sur, se ha visto amenazada por nuevos actores que han ganado terreno en esta industria, superándolo incluso en producción y exportación de algunos cultivos. ¿Cuáles son las perspectivas de esta industria? ¿Qué productos tienen las mejores proyecciones? Restricciones presupuestarias y también climáticas, van determinando al final del día cuáles son las especies que han tenido mayor tiraje en la última década. Y pese al retroceso registrado por frutas como el arándano y la uva de mesa –cultivo con que Perú se ha posicionado como el mayor exportador del mundo por volumen– las perspectivas para la industria frutícola chilena aún parecen alentadoras.

De acuerdo a un ranking elaborado por la plataforma alemana de estadísticas Statista GmbH, Chile es el único país sudamericano dentro del Top 5 de los principales exportadores de fruta a nivel mundial. Se ubicó sólo por detrás de Estados Unidos, España, México y Países Bajos. Perú, que ha ido ganando terreno a pasos agigantados, se situó en la posición número nueve. “A nivel sectorial, la fruticultura es prácticamente la única actividad dentro del rubro agrícola que crece y que lo hace de manera consistente”, apunta Rodrigo Gallardo, secretario general de Frutas de Chile. “A pesar de que con números agregados se dice, por ejemplo, que vamos a exportar 2% menos que el año pasado, es decir que los volúmenes vienen efectivamente cayendo, el valor de esa exportación no ha caído. En cuanto a superficie cultivada, en términos agregados, sigue creciendo. O sea, las hectáreas que salen de la actividad frutícola son menos que las hectáreas que entran en total”.

Gallardo suma al análisis otra fortaleza de la fruticultura chilena. “Se trata de un rubro que está diversificado, tienes actividad prácticamente desde Atacama hasta Los Ríos, cosa que no ocurre con otras industrias en base a recursos naturales. La fruticultura tiene un rol bastante estratégico en el desarrollo del país”, apunta.

Al realizar un análisis del estado actual de la industria en Chile, América Ramírez, del Information Department de Decofrut, señala que “especies tradicionales como manzanas, uva de mesa, kiwis, paltas, peras y arándanos han experimentado una disminución en la superficie y por ende en las exportaciones por variadas razones, entre ellas un mercado menos atractivo en donde los costos indexados al dólar no logran ser compensados por los retornos, huertos antiguos de baja producción, recambio varietal, pérdida de competitividad a causa de problemas fitosanitarios, la crisis hídrica y falta de financiamiento”.

La profesional agrega que, en muchos casos, la agroindustria o el mercado local ha surgido como una opción válida y con un menor riesgo. “A modo de ejemplo, si antes se exportaba el 70% de la palta producida en Chile, actualmente este volumen alcanza alrededor del 50%; y en el caso de los arándanos el IQF se ha ido incrementando en el tiempo”.

Tras la pandemia, añade la especialista, cultivos como los cítricos dulces y el kiwi encontraron un mercado favorable. “Consumidores con mayor información optaron por incorporar frutas que tuviesen otros atributos a nivel nutricional. Si bien en la actualidad el mercado tendió a aplanar ese interés, se sigue viendo una buena respuesta hacia estas especies”.

En un escenario local en el que la cereza es la figura excluyente, hay otros actores que también cuentan con buenas proyecciones para ir recuperando la competitividad perdida. Algunos carozos, el ya mencionado kiwi, la uva y la avellana europea, podrían ser portadores de buenas noticias.

LA REINA INDISCUTIDA

Si hablamos de esta larga y angosta franja de tierra, en sus suelos la cereza emerge, pese a algunos altos y bajos, como el cultivo estrella. “En los últimos 10 a 12 años el cerezo se disparó en términos de superficie cultivada. En cuanto a los volúmenes de exportación, podemos ver cómo ha ido cambiando la matriz de lo que estábamos exportando, tradicionalmente había mucha concentración en uva de mesa y manzana. Hoy la cereza es número uno en volumen”, explica Rodrigo Gallardo.

Y también lo es si hablamos de valor. “Cerca de la mitad del valor de las exportaciones, alrededor de un 40-45%, son cerezas, dependiendo de la temporada. Sin embargo, no se pueden poner en cualquier parte, existen limitaciones de clima. Hay algunos ejercicios en el norte, pero tenemos limitaciones, y también hacia el sur, por lo tanto, su cultivo está concentrado en la zona central”, precisa el ejecutivo.

En la misma línea, América Ramírez agrega que para la cereza el potencial de crecimiento parece no tener techo. “Pese al aumento de los volúmenes visto en los últimos años y una actividad económica contraída por parte de China, los precios han sido relativamente estables en el tiempo. El ser una especie que se ofrece en contraestación, de gran atractivo para los consumidores, sobre todo para fechas importantes como el Año Nuevo Chino, y que tiene un periodo acotado de producción y exportación, la hacen una fruta muy apetecida”.

A modo de ejemplo, Ramírez pone algunas cifras sobre la mesa. “De acuerdo al Servicio Nacional de Aduanas, durante 2023 (enero a diciembre) se exportaron 397,2 mil toneladas de cerezas, equivalente a US$ FOB 2.200 millones (US$ FOB 5,91/ kilo). Especies como la uva de mesa y la manzana, pese a presentar volúmenes superiores, se encuentran bastante más lejanas a estos ingresos”.

RECUPERAR LA CONTRAESTACIÓN

La diversidad de cultivos es otra característica de la industria frutícola chilena, y existen nichos que ofrecen perspectivas de crecimiento. Dentro de estos, Rodrigo Gallardo menciona las buenas perspectivas de la uva de mesa, a pesar de venir de temporadas complicadas. “Ha habido inversiones para tener variedades nuevas, más competitivas. Si para la próxima temporada contamos con el systems approach, podremos exportar uva de mesa sin fumigar a Estados Unidos. Eso significaría un impulso importante para esta especie, sobre todo para la zona de Valparaíso al norte, que es la que va a estar involucrada. Ahí podría haber un espacio”.

Y es que, producto del gran crecimiento de Perú -entre otros factores- el panorama ha estado realmente complicado para la uva chilena. No obstante, Ignacio Huerta, gerente comercial de Geofrut, precisa que, “aunque se ve menos espacio para hacer cosas, una variedad nueva como la Autumn Crisp, que en el caso nuestro la cosechamos a fines de marzo, tiene un espacio muy bueno en Estados Unidos. Viene a reemplazar lo que eran las Thompson de guarda, que todavía hay algo por supuesto, pero hoy una Autumn Crisp anda mucho mejor. Sería un pequeño nicho dentro de la uva en Chile; el resto se ve difícil”.

El ejecutivo de Geofrut añade que dentro del ámbito de especies que abarca la empresa, aún ven oportunidades. “Creemos que todavía hay un mercado interesante para duraznos, que está medianamente desabastecido. De hecho, queremos plantar más y crecer, pensando principalmente en Norteamérica, México, Latinoamérica. Nos quedamos cortos con los duraznos que tenemos, hay bastante demanda tanto vía aérea como marítima y terrestre de los mercados más cercanos. Y eso es durante toda la estación”.

Huerta menciona también al durazno blanco, pensando fundamentalmente en China. Dado que es un mercado que demanda dulzor en la fruta, podría mostrar buenos resultados. “Hay algunas variedades de durazno paraguayo que pueden andar muy bien en China y Europa”, precisa.

La chance de construir una oferta relativamente única en esta parte del mundo para cultivos como duraznos, nectarines, ciruela y ciruela japonesa, es un factor que, a juicio de Rodrigo Gallardo, Chile debe considerar. “Podemos tener una buena oportunidad como proveedor de contraestación, retomar esos elementos de competitividad que eran clave para nuestra industria y llegar con una oferta buena cuando no haya prácticamente nadie más en el mercado. Porque nadie más va a tener la posibilidad de producir esas especies en la época del año en que vamos a salir. Está esa perspectiva de largo plazo, pero podría ser que la industria logre encontrar un espacio para reposicionar esas especies”.

El tratarse de frutos que requieren mucho más frío en invierno, otorga una ventaja climática a Chile respecto por ejemplo de Perú, o incluso de Argentina en algunos casos. “Podríamos construir una oferta interesante y la industria está expectante, está buscando cuáles son las variedades correctas para ir a los mercados, para desarrollar consumo de contraestación en Estados Unidos, Europa y también en Asia”, explica Gallardo.

Siguiendo con carozos, la ciruela también ha tenido un buen comportamiento en los últimos años, “sobretodo porque se han plantado variedades nuevas que andan muy bien en China, con mejores Brix”, señala Huerta. “A nosotros, por ejemplo, nos ha ido bien con Candy Red, Sweet Mary, Red Phoenix, por nombrar algunas, que se caracterizan por el dulzor. Creemos que hay oportunidades de que China absorba un mayor volumen”.

Por otra parte, el ejecutivo añade que hoy existe una muy buena demanda para los kiwis. Después del Covid la demanda global por esta fruta aumentó y hoy está con precios en niveles históricos. No obstante, Huerta también apunta que “hay más riesgos, porque Grecia está plantando muchos kiwis y el tema se podría dar vuelta en algunos años. Ahí está el peligro de la contraestación, que nos podemos topar en las puntas, porque Chile lo guarda y ellos también lo pueden hacer”.

Sobre esta fruta rica en Vitamina C, Gallardo añade que el kiwi, al igual que algunas especies de cítricos, “son cultivos que vienen saliendo de una parte baja del ciclo, tuvieron que hacer transformaciones a nivel de industria y ahora están viendo los resultados del trabajo de los últimos años. No es necesariamente un ejercicio de corto plazo”.

EL AVELLANO AVANZA POR LOS PALOS

Hacia el sur, empiezan a aparecer otras especies con alto potencial de crecimiento, como las nueces y el avellano europeo. Especialmente este último, que ha mostrado positivos resultados y mantiene un auspicioso futuro. Tanto, que algunos sostienen que podría llegar a disputarle cierto protagonismo a la cereza.

Frente a ese eventual escenario, Rodrigo Gallardo pone la pelota al piso y precisa que se trata de especies que presentan un comportamiento distinto, ya que el avellano europeo tiene un poder comprador local que está bien establecido. “En el caso de la cereza tienes un mercado externo al que vas a competir, principalmente China, pero el poder comprador está afuera, mientras que en el caso del avellano está aquí mismo”. Respecto de que este cultivo pueda llegar a crecer a la par de la cereza, el profesional afirma que “en términos de superficie cultivada podría ser, sobretodo porque es una alternativa interesante para la zona de La Araucanía hacia el sur, donde el cerezo no tiene muy buena llegada geográficamente hablando”.

En relación a la misma interrogante, Camillo Scocco, gerente general de AgriChile, filial agrícola de la italiana Ferrero, sostiene que “la diversificación de cultivos es fundamental para la sostenibilidad y la estabilidad del sector agrícola. La cereza y el avellano europeo son productos distintos, cada uno con sus propias características y demanda en el mercado nacional e internacional. Además, la temporada de cosecha de ambas frutas no coincide, lo que permite a los productores aprovechar eficientemente los recursos y la mano de obra durante todo el año. Esto contribuye a una mayor estabilidad económica para los agricultores y a una oferta más diversificada para los consumidores”.

Scocco agrega que “tanto la cereza como el avellano europeo tienen su lugar en el mercado frutícola chileno, y su coexistencia beneficia tanto a los productores como a los consumidores. En lugar de competir entre sí, estos cultivos pueden trabajar en armonía para fortalecer y diversificar aún más la industria frutícola de Chile”.

AgroReyes es una empresa de asesoría técnica para el desarrollo del avellano europeo, y su director, Andrés Reyes, plantea una ventaja que este cultivo tendría por sobre la cereza. “El cultivar un fruto seco que permanece bastante tiempo en la planta, teniendo la oportunidad de cosecharlo del suelo, favorece aún más su desarrollo. Creo que esto beneficia a los productores de avellano, ya que, al desarrollar una planta más sencilla, permite estar abiertos a los cambios y mejoras, así como también muy atentos al desarrollo de nuevos manejos y formas de cultivarla”.

Sus proyecciones son auspiciosas, ya que “si bien, nuestro país destaca por la cereza, se transformará en un productor importante de avellanas a nivel mundial, ya que buscamos producir fruta de alta calidad, 100% trazable, certificable y, en el marco ambiental en el que nos encontramos, además, sustentable”.

Reyes y Scocco coinciden en que el avellano europeo se ha consolidado como un cultivo relevante en el escenario agrícola nacional, situando a Chile como uno de los principales productores del mundo.

“Esto se debe a que las características de terreno y clima son propicias para el cultivo. Las cosechas de los últimos años se han desarrollado muy bien en las zonas centro y sur de Chile, específicamente entre las regiones del Maule y Los Lagos”, explica Scocco.

En la misma línea, Reyes complementa que “Chile ya comienza a aparecer en las estadísticas mundiales de producción de avellana, sumando cerca de 67 mil toneladas con cáscara, lo que equivale a cerca de 23 mil toneladas descascaradas exportadas”.

El asesor agrega que el avellano destaca por su rentabilidad de largo plazo, y por ser el único frutal al que se puede realizar un seguimiento de su precio, desde septiembre hasta febrero.

“Al año 2025, debiésemos llegar a 45 mil hectáreas plantadas, correspondiente a una productividad de 80 mil toneladas. A la fecha, contamos con una tasa de plantación cercana a las 3.000 hectáreas al año. Si lo anterior se proyecta a productividad, el año 2030 debiésemos llegar a las 100 mil toneladas con cáscara”.

Andrés Reyes agrega que “lo más probable es que el desarrollo del avellano siga creciendo a medida que los márgenes productivos se vayan asentando. Si esto se proyecta económicamente, a corto plazo nos situaremos dentro de los tres primeros productores, con cerca de 100 mil hectáreas plantadas en Chile, lo que equivale a una producción mundial cercana al 20%. Creo que nuestro país tiene la capacidad para desarrollar esto y mucho más en torno al cultivo del avellano”.

A nivel continental si bien la producción de esta especie se concentra en suelo chileno, podría extenderse a otras naciones de la región. Reyes señala que “la necesidad mundial de avellanas ha llevado a impulsar su desarrollo en países del hemisferio sur, como potenciales productores de fruta de alta calidad. Nos encontramos potenciando focos de avellano europeo dentro de la región, siendo el caso, por ejemplo, de la Patagonia argentina, específicamente en la zona de Río Negro, Viedma, donde ya tenemos experiencia asesorando huertos con buenos resultados, tanto de manejos como productivos”.

LOS MERCADOS CORRECTOS

Recuperar el liderazgo es una carrera de largo aliento, en la que por cierto se enfrentarán obstáculos, pero las perspectivas son, a todas luces, auspiciosas. En este marco, reducir los riesgos a través de la diversificación es un desafío transversal.

Ignacio Huerta entrega una mirada global, señalado que “en general las perspectivas son positivas, hoy Chile se encuentra diversificado en muchos productos, contamos con expertise comercial, tecnología, manejo de los campos por parte de los agrónomos, Chile está bien posicionado. Por supuesto hay que invertir en materia hídrica, asegurar el riego, pero las perspectivas todavía son buenas”. Otro tema son los nuevos actores que se han incorporado, entre los que Perú avanza de manera acelerada. “Nos ha hecho disminuir bastante los volúmenes de uva, pero por otra parte nos ha obligado a cambiar las variedades y a plantar algunas cosas que nos están funcionando. Hay que estar atentos a la competencia”, advierte el gerente comercial de Geofrut.

A modo de resumen, Rodrigo Gallardo sostiene que “en el corto plazo lo que se ve es cereza para rato, avellanos, cítricos, kiwis, y diría que, si el systems approach sale para la próxima temporada, la uva de mesa también podría empezar a tomar protagonismo. En el número de especies y de mercados a los que estamos llegando, también hay una ventaja que hay que mirar y explotar”.

En cuanto a los mercados, Huerta pone énfasis en la importancia de buscar, como industria, los destinos correctos para cada fruta. “En términos comerciales hay que irle sacando punta al lápiz y mandando cada variedad a su mercado correcto, hilar más fino en ciertas decisiones comerciales, para aumentar los retornos”.