Una coreografía de precisión algorítmica
REPORTAJE | Tecnología en Postcosecha

Una coreografía de precisión algorítmica

En el trepidante mundo de la exportación de fruta, donde cada uva, mango o cereza es un embajador de su tierra de origen, la tecnología ha tejido una narrativa fascinante. Desde los campos de cultivo hasta la góndola, surcando los aires o los océanos, esta es la epopeya de cómo la innovación ha abrazado a la industria, llevando consigo avances sorprendentes que, al final de esta ruta tan larga como zigzagueante, son escrutados por los paladares más exigentes del planeta.


Por Danilo Phillipi Sánchez

Desde clasificadores inteligentes hasta contenedores que son verdaderas cápsulas del tiempo, ciencia y tecnología no sólo han mejorado la eficiencia y calidad productiva de la industria frutícola, sino que han convertido esta antigua danza entre naturaleza y humanidad en una coreografía de precisión informática. Nos adentramos en el backstage tecnológico de una industria sobrevolada por drones que susurran sobre campos de arándanos y sistemas de calibrado que abrazan cada manzana con la delicadeza de un orfebre. Para muchos, es sólo el comienzo, el prólogo de una transformación que redefinirá la forma como entendemos la exportación de fruta.

Lejos de la imagen romántica de carretas y cestas de mimbre, la fruticultura del presente habría que describirla con algoritmos y códigos binarios. En un mundo cada vez más conectado y dependiente del comercio internacional, la industria exportadora de fruta fresca ha experimentado una verdadera revolución copernicana impulsada por los últimos avances tecnológicos. Desde el momento en que la fruta es cuidadosamente cosechada de los árboles hasta su llegada a destinos globales, cada etapa del proceso ha sido impactada por innovaciones que no sólo mejoran la productividad de la industria, sino también garantizan la calidad del producto, contribuyendo a que productos más frescos, sabrosos y saludables lleguen a los hogares de todo el mundo.

Modernos sistemas de conservación que prolongan la vida útil de las cosechas, sofisticadas plataformas de logística que optimizan rutas y minimizan los tiempos de transporte, sorprendentes equipos de calibrado, clasificación y selección que garantizan la uniformidad y calidad del producto final, empaques donde la combinación de materiales innovadores y sistemas de envasado inteligentes, además de proteger la fruta durante su travesía, reducen el impacto ambiental. Y es que sostenibilidad y eficiencia hoy van de la mano, marcando un hito en la evolución de la cadena de suministro. La industria de la fruta fresca definitivamente ha entrado a una nueva era, donde la tecnología posee el poder alquímico de impulsar el crecimiento económico y el deleite de los consumidores por partes iguales. En este reportaje nos enfocaremos en las tecnologías de postcosecha, desde que la fruta es cortada del árbol hasta que llega a destino, pasando por la conservación, clasificación, embalaje, entre otros. Sin duda una etapa crucial, ya que “la fruta una vez cosechada, a pesar de que está separada de la planta, sigue viva, respirando, transpirando y cambiando su composición”, explica Bruno Defilippi, investigador del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) y actual director del Centro Regional La Platina.

Por lo tanto, de no realizarse las técnicas de conservación, el producto indefectiblemente se perderá, ya sea por el desarrollo de pudriciones, deshidratación, desórdenes f isiológicos o senescencia, entre otras causas. “Luego de cosechada, lo fundamental es mover la fruta lo más rápido posible para su envío a mercado. ¡Rápido, pero con el cuidado necesario para no dañarla!”.

Independiente si la fruta es de alta o baja respiración, el objetivo número uno es disminuir la velocidad de su metabolismo. Para esto se usan diferentes herramientas, dentro de las cuales la principal es el frío, es decir, bajar la temperatura para inducir en la fruta una suerte de ‘estado zen’, complementa Víctor Escalona, director del Centro de Estudios de Postcosecha de la Universidad de Chile (CEPOC). “Con el descenso de la temperatura el metabolismo cae al mínimo, la fruta sigue respirando aeróbicamente, o sea, consume oxígeno, pero ese relajo le permite alcanzar un periodo más largo de conservación. Y esto ocurre para todas las especies. Este periodo de conservación, permite almacenarlas en cámaras y disponer prácticamente todo el año de frutas como manzanas, peras o kiwis, o bien transportarlas a destinos tan lejanos como China”.

“Hay que trabajar más en la optimización en el uso de las tecnologías ya que los desafíos son cada vez mayores”. Bruno Defilippi, investigador INIA

Hoy, como nunca antes, el consumidor exige calidad global, lo que implica apariencia, textura, sabor y aporte nutritivo. En tal sentido, el desarrollo y uso de tecnologías es crucial para poder llegar con fruta en óptima condición a los mercados de destino, cada vez más distantes y con exigencias mayores por parte del consumidor, señala Escalona. “Europa, Estados Unidos y una parte de Asia son mercados maduros, con consumidores informados que saben lo que quieren y que tienen sus necesidades básicas cubiertas, lo que les permite acceder y exigir productos de primer nivel. La fruta que exportamos es un producto gourmet, y en tal sentido es lógico que el consumidor del hemisferio norte exija calidad: una fruta rica, fresca, turgente, que dé la sensación de que está recién cosechada y que además contribuya a vivir más y mejor”.

En la última década, los avances tecnológicos han sido vertiginosos, qué duda cabe. No obstante, más allá de la importancia de estas herramientas, resulta fundamental lograr la “optimización” en su uso. Este factor, advierte Defilippi, va a determinar una gran diferencia entre una empresa que arriba a mercado con un producto de calidad, y otra que llega con problemas. “En frutas como la palta, donde prácticamente toda se exporta utilizando la misma tecnología (contenedor de atmósfera controlada, AC), contar con materia prima cosechada en su momento justo y lograr tiempos cortos entre cosecha y despacho a destino, permitirá optimizar los beneficios del uso de AC llegando a mercado con una palta en condición óptima. Sin duda hay que trabajar más en la optimización en el uso de las tecnologías ya que los desafíos son cada vez mayores”, subraya el especialista.

“Obtener resultados predictivos basados en la captura de datos históricos representa una herramienta muy potente en una industria tan expuesta a los efectos de la naturaleza”. Nicolás Carvallo, gerente Elifab Chile

PRECISIÓN ALGORÍTMICA

Una de las etapas donde la tecnología ha mostrado avances más sorprendentes es sin duda la clasificación o sorting, donde máquinas inteligentes y algoritmos de precisión asombrosa están redefiniendo el arte de elegir la fruta perfecta. Desde sistemas de visión artificial que escrutan cada detalle hasta robots que manipulan con delicadeza cada pieza, estas tecnologías además de mejorar la eficiencia del proceso, elevan la calidad de la fruta que llega a los consumidores.

“Hoy son evidentes las limitaciones en disponibilidad de trabajadores en el área agrícola, y hay procesos de fruta donde la innovación está muy presente, a través de la automatización de procesos en etapas de selección, segregación y embalaje de la materia prima”, señala Bruno Defilippi. “Sólo mencionar el caso de los procesos de cereza, donde la automatización está en todas las etapas, desde que la fruta ingresa al packing”.

En esta línea, desde hace algunos años la inteligencia artificial se viene robando todas las miradas. “El potencial de la Inteligencia Artificial (IA) es enorme -señala Defilippi- por ejemplo, en el desarrollo de sistemas que permiten segregar calidad y potencial de vida postcosecha en distintas especies, y para esto es necesario integrar una gran cantidad de información la cual incluye genética, factores climáticos, manejo productivo, logística, entre otros”.

La española Elifab actualmente es una de las empresas líderes en sistemas de sorting de última generación. “Obtener resultados predictivos basados en la captura de datos históricos representa una herramienta muy potente en una industria tan expuesta a los efectos de la naturaleza”, destaca Nicolás Carvallo, gerente de la f ilial chilena. “Por otro lado, trabajar con los datos de postcosecha de esta manera, permite generar estrategias para abordar a los diferentes clientes finales con un mucho mejor producto. La inteligencia artificial es una herramienta que llegó para quedarse en nuestra industria”. Los equipos basados en IA permiten clasificar con gran precisión frutas de acuerdo a diferentes características, tanto internas como externas, invisibles al ojo humano. “Hemos dedicado un gran esfuerzo a desarrollar herramientas de este tipo aplicadas a diferentes especies con excelentes resultados”, explica Carvallo. “En arándanos y cerezas son realmente sorprendentes, facilitan la labor de operación de nuestros equipos obteniendo resultados consistentes, independiente de la variedad que se esté procesando. Podemos identificar claramente cuáles tienen diferentes patrones de sabor, lo cual es una herramienta muy revolucionaria”. Fabián Contreras, gerente comercial de Danich, coincide en que la inteligencia artificial está desempeñando un rol clave en clasificación, trazabilidad y detección de defectos. “La IA juega un papel fundamental en la toma de decisiones. Estos sistemas utilizan algoritmos de aprendizaje automático y técnicas avanzadas de procesamiento de imágenes para analizar y tomar decisiones basadas en la información visual capturada por las cámaras”.

Como empresa especializada en la automatización, Danich se ha enfocado en incorporar este tipo de herramientas al desarrollo de nuevas soluciones que permitan mejorar la calidad, el volumen y la eficiencia de las líneas de clasificación y empaque de fruta fresca. “La fruticultura se transformará tal como la conocemos”, sostiene Contreras. “Me atrevo a afirmar que ese proceso ya empezó y va madurando temporada tras temporada”.

Si bien la tecnología de clasificación de frutas y selección de defectos ha alcanzado un nivel de madurez que cumple con los estándares de calidad y producción, el ejecutivo advierte que los avances plantean nuevos desafíos, relacionados con la manipulación de materiales de embalaje y la gestión del movimiento de cajas de fruta una vez que éstas han sido llenadas. “Con el incremento en los volúmenes de fruta procesada por unidad de tiempo, se generan mayores flujos de fruta empacada al final de la línea, presentando un desafío que requiere soluciones intralogísticas más avanzadas”, explica. “Un claro ejemplo de esto es una línea de proceso de cerezas frescas, en la cual Danich ha innovado temporada tras temporada para mover aproximadamente 8.000 cajas por hora de manera eficiente, desde los procesos de sellado hasta el paletizado. Para lograrlo, hemos integrado tecnología de punta junto con desarrollos informáticos personalizados que se adaptan a las necesidades específicas de cada cliente y producto”.

“La fruticultura se transformará tal como la conocemos. Me atrevo a afirmar que ese proceso ya empezó y va madurando temporada tras temporada”. Fabián Contreras, gerente comercial Danich

La gestión del flujo de cajas requiere la incorporación de sistemas de visión artificial, pesaje dinámico, transporte y desviación automática, llegando a la implementación de un avanzado sistema robotizado, capaz de paletizar hasta el 100% de la producción de manera automática. Todo esto se ha desarrollado bajo un concepto de diseño que prioriza el flujo ininterrumpido del producto sin comprometer la trazabilidad, lo que a su vez garantiza la fiabilidad y continuidad de los procesos. “Este enfoque tiene un impacto directo en la productividad al permitirnos gestionar flujos elevados sin interrupciones, a la vez que nos posibilita llevar un registro preciso de la información de cada producto. En última instancia, se traduce en mayor rentabilidad y tranquilidad para los clientes”, subraya Contreras.

Con sistemas basados en visión por computadora y aprendizaje automático, Tomra Food es una de las empresas que ha estado a la vanguardia en materia tecnológica. “Nuestros equipos permiten una clasificación precisa y eficiente, mejorando significativamente la calidad y reduciendo la pérdida de alimentos”, señala Jacinto Trigo, director general para Latinoamérica. “Además, nuestra tecnología de clasificación contribuye a la optimización de la cadena de suministro al asegurar que cada producto va a parar a la caja correcta para llegar, según su categoría, a los distintos clientes finales”. ¿La tecnología puede “agregarle valor” a la fruta fresca? “Absolutamente”, afirma categórico el ejecutivo. “La precisión de nuestra clasificación, respaldada por LUCAi, herramienta impulsada por inteligencia artificial, permite una selección basada en criterios específicos de calidad, forma y tamaño. Esto agrega un valor significativo al garantizar que únicamente los productos de la más alta calidad lleguen a los consumidores”.

Trigo explica que LUCAi aprovecha algoritmos avanzados de aprendizaje automático, que no sólo mejoran la precisión de la clasificación, sino que permite una mayor adaptabilidad a las demandas del mercado. “Su capacidad para aprender y evolucionar continuamente asegura que nuestras soluciones se mantengan relevantes en un entorno comercial dinámico. Esto se traduce en una mayor eficiencia y reducción de errores”.

Máquinas inteligentes y algoritmos de precisión asombrosa están redefiniendo el arte de elegir la fruta perfecta.

EL OTRO ATRIBUTO

La firmeza y la apariencia son las variables que históricamente han concentrado la atención de productores y exportadores de fruta. Pero ¿qué hay de la calidad nutricional?

Hoy no se trata sólo de obtener frutas turgentes y estéticamente atractivas, sino que también se está avanzando significativamente en la preservación de sus atributos nutricionales. A través de métodos innovadores como la aplicación de sensores inteligentes, agricultura de precisión, técnicas de conservación avanzadas y envases inteligentes, los productores pueden ahora ofrecer frutas que además de resistir los rigores del transporte y el almacenamiento, retienen sus valiosos compuestos bioactivos. Un enfoque tecnológico que beneficia a los consumidores, al garantizar frutas frescas y saludables, y contribuye a la sostenibilidad y eficiencia en la cadena alimentaria.

“Hasta los años 80, la industria se preocupó de que la fruta no presentara pudrición y estuviera firme. Se hablaba poco de lo sensorial y mucho menos de lo nutricional”, explica Víctor Escalona. “Hoy en día sabemos que lo sensorial es fundamental, pero además el consumidor está valorando los compuestos bioactivos que contienen las frutas, como antocianos o licopenos, los cuales se degradan rápidamente cuando las condiciones de postcosecha son inadecuadas, ya que son muy sensibles a la luz, a temperaturas elevadas y humedades relativas bajas”. Dentro de las herramientas más interesantes en esta línea se encuentran los sistemas de espectroscopia, tecnología disponible para la fruta de mayor tamaño. “A través de tecnologías avanzadas de análisis espectral, podemos evaluar la calidad interna de los productos de manera no invasiva. Por ejemplo, en cítricos, somos capaces de medir con precisión los grados Brix, proporcionando información crucial sobre el contenido de azúcares. Asimismo, en manzanas, nuestras soluciones de espectroscopia nos permiten detectar pardeamiento interno y evaluar la presencia de corazón acuoso, mejorando la capacidad de los productores para seleccionar y comercializar productos de alta calidad nutricional. Este enfoque en la calidad interna marca un avance significativo y responde a la creciente demanda de consumidores informados sobre la composición nutricional de los productos que consumen”, destaca Jacinto Trigo, de Tomra Food, agregando que la empresa hoy se encuentra estudiando las ventajas de la espectroscopia para fruta de menor tamaño, como los arándanos.

En la preservación nutricional, los envases también están jugando un rol clave. Los últimos avances en el diseño de embalajes no sólo protegen la frescura y calidad de las frutas, sino que también crean un escudo contra factores externos que podrían comprometer su valor nutricional. Los envases contemporáneos utilizan tecnologías de vanguardia para controlar la atmósfera y regular con precisión la humedad, asegurando un ambiente óptimo que ralentiza la maduración y preserva los nutrientes esenciales, según describe Erick Turra, representante comercial para Sudamérica de A&B Packing. “Gracias a nuestra experiencia como proveedores de equipos, hemos tenido la oportunidad de limpiar, clasificar y envasar muchas variedades diferentes de productos. Al reducir la manipulación del producto mediante la automatización, es posible obtener un producto de buena calidad que conserve sus propiedades nutricionales”.

NUEVOS DESAFÍOS

Bruno Defilippi, considera que la industria frutícola, en gran parte de las especies que actualmente se exportan, ha alcanzado una fase de madurez tecnológica en términos de postcosecha, es decir, “estamos utilizando las tecnologías necesarias para extender al máximo la vida útil de una fruta para ser considerada alimento de acuerdo a las expectativas del consumidor”.

Sin embargo, los desafíos no paran. “En materia de innovaciones, la tendencia es trabajar en lo que nos está exigiendo el mercado en temas de sustentabilidad. Por ejemplo, en el área de envases hay mercados que exigen utilizar materiales que se puedan reciclar o compostar, o en definitiva quieren ver cada vez menos plástico en el embalaje”.

En la misma línea, Víctor Escalona plantea que ya no basta con centrarse en la calidad de los productos, sino también en aspectos clave como la reducción de la huella de carbono. Así, la exportación de frutas no sólo se trata de ofrecer productos sabrosos, nutritivos y de apariencia atractiva, sino de construir una imagen de marca, un relato que refleje valores medioambientales, lo cual puede resultar en una ventaja competitiva significativa en el mercado global. “Diferenciarse a través de la implementación de prácticas sostenibles no sólo contribuye a la preservación del medio ambiente, sino que también se ha convertido en un factor distintivo en los mercados internacionales. Los consumidores cada vez son más conscientes de la procedencia y el impacto ambiental de los productos que adquieren, lo que hace que las empresas que adoptan enfoques sostenibles ganen la preferencia del consumidor”.

Pero más allá de los avances e innovaciones que puedan surgir en los años venideros, Bruno Defilippi advierte que el gran desafío para la industria está en el gran número de variables o etapas que influyen en determinar la calidad y vida útil de una fruta. “Esto parte con la selección de la variedad en adelante. Incluso si consideras sólo la etapa de postcosecha, te encuentras con una materia prima que es variable (variedades, estados de madurez, condiciones productivas), y que sin dudas determinará el éxito en el uso de la tecnología”.

En concordancia con el investigador, Nicolás Carvallo, de Elifab, sostiene que en los próximos años la tendencia tecnológica será la aparición de herramientas cada vez más sofisticadas, aplicadas a diferentes eslabones de la cadena productiva interactuando entre ellas. “En una industria en constate crecimiento y cambio, el apoyo de resultados predictivos y consistentes, basados en datos históricos permite una toma de decisiones muy objetiva, desde el uso de suelo, eficiencia hídrica, destino de producto f inal, disminución del desperdicio de alimentos, logística para llegar al consumidor final, incluso comprender de manera más rápida cuál es la preferencia de nuestros consumidores”.

“A través de tecnologías avanzadas de análisis espectral, podemos evaluar la calidad interna de los productos de manera no invasiva”. Jacinto Trigo, Tomra Food

Y es precisamente aquí donde la inteligencia artificial está llamada a hacer su mayor aporte, apunta Víctor Escalona. “La IA es una herramienta potente, que nos puede permitir tomar decisiones estratégicas y usar de mejor manera las tecnologías que tenemos actualmente a disposición. Hoy, por ejemplo, tras una lluvia, el productor toma una decisión evaluando 3 o 4 parámetros: la fruta está con equis firmeza, tal estado de madurez, tantos sólidos solubles, bueno, entonces mandémosla por avión. Sin embargo, quizás dicha fruta tenía una condición adecuada para haberla enviado por barco usando atmósfera controlada, ahorrándose el transporte aéreo, logrando un mejor retorno y generando un menor impacto al medioambiente. Y eso, espero, podrá establecerse en un futuro próximo utilizando la IA”. Un avance no menor, considerando que casi el 70% del costo total de producir una fruta y ponerla en destino se relaciona con la postcosecha.

Por tal motivo, para el director del CEPOC es fundamental que los énfasis tecnológicos de países como Chile y Perú, estén alineados con su actual orientación exportadora. “Se viene Asia, muy fuerte, y no me refiero sólo a China, sino que también a destinos emergentes como Vietnam, Malasia, la India, es decir, se vienen los transportes largos. Por lo tanto, todo lo que nos permita asegurar calidad de la fruta en transportes largos es a lo que debiéramos apuntar. Debemos abordar Asia con las exigencias del mercado europeo. En tal sentido, la combinación de herramientas como el transporte marítimo en barco contenedor, la atmósfera controlada y las bolsas pallets son una excelente ecuación tecnológica para llegar a destino con los más altos estándares de calidad”.