Perú en la encrucijada: ¿Repensar la estrategia?
REPORTAJE

Perú en la encrucijada: ¿Repensar la estrategia?

Las señales indican que para el arándano no será fácil recuperar el volumen perdido. La uva en tanto, espera remontar después de una temporada compleja. Por su parte, los productores de palta buscan mayores calibres, y los de mango ordenar el mercado e impulsar la promoción en Europa. En este reportaje analizamos el momento de la fruticultura peruana, y los cambios que prepara de cara a un futuro cada vez más desafiante.


Por Gabriel Gargurevich Pazos

A mediados de noviembre, la Asociación de Exportadores del Perú (Adex), titulaba su boletín semanal de la siguiente manera: “Preocupa declive de las agroexportaciones en Perú”. En el comunicado se podía leer al presidente del Comité de Frutas y Hortalizas, Elkin Vanegas Murillo, expresando su inquietud por la situación. “Desde hace algunos meses nuestro sector está en retroceso, impactado también por el fenómeno de El Niño, las diferentes crisis políticas y el no tener un marco jurídico promotor. Esperamos remontar esta etapa a la brevedad posible”.

Entre enero y septiembre de 2023, el descenso anotaba una variación negativa de -5.9% respecto al mismo periodo del año anterior (US$ 6 mil 702 millones).

Después de años de bonanza, todo indica que la agroexportación peruana está experimentando un proceso de reacomodo. Así lo cree el presidente ejecutivo de Inka’s Berries, Carlos Gereda. “Ha habido un desorden en la oferta. En 2022 hubo sobreproducción en muchos cultivos, lo que se tradujo en una caída de precios, sobre todo en dos o tres de estos cultivos (particularmente en el arándano y la uva). El 2023 fue un año de corrección, pero por El Niño los productores hemos producido mucho menos”.

El referente de la agroindustria peruana agrega que para muchos productores se ha hecho evidente que se requieren cambios genéticos para seguir siendo competitivos. “El 2022 y el 2023 fueron años de pensar en estrategias para poder seguir siendo jugadores a nivel mundial. El Perú va a seguir siendo un jugador relevante, pero tenemos que afrontar los recambios varietales para obtener un mejor producto y no tener una oferta tan desordenada. Así que seguimos madurando como jugadores globales, hoy estamos en una etapa de transición y reestructuración”, dice Gereda.

El ejecutivo advierte que recuperar el volumen perdido en 2023 (40% menos que en 2022) va a ser muy difícil. “Nos hemos dado cuenta, los que estamos en la industria del arándano, que es importantísimo cambiar la genética actual por una que sea resiliente al calentamiento de invierno, a los climas tropicales; la meta de las compañías es buscar justamente genéticas que sean ‘tropicalizadas’, que no tengan ningún problema en producir aún con calor. Definitivamente, en 2024 no vamos a llegar al nivel de producción de 2022; creo que estaremos en un 10% o 15% menos”.

En relación a los precios, Gereda proyecta que en 2024 tenderán a estabilizarse. “No se van a registrar los precios de 2023, que estuvieron muy altos, pero tampoco van a estar bajos, serán parecidos a los de 2019, alrededor de USD 6.5 el kilo, siempre y cuando entreguemos calidad de fruta a los mercados. Y eso pasa por cultivar variedades que tengan una buena performance en climas cálidos. Nosotros, como Inka’s Berries, acabamos de lanzar al mercado dos variedades resistentes al cambio climático, llamadas Abril y Alessia”.

 

Estuardo Masías Málaga es director gerente de La Calera Agrícola y voz autorizada para hablar de cítricos y agroindustria en el Perú. Para el empresario, urge una colaboración entre el sector privado y el sector público para sacar adelante la fruticultura nacional. Su lectura del momento alude a factores externos e internos, que habrían restado competitividad. En el caso de los cítricos, dice, por ser un producto de bajo valor, el impacto ha sido aún más significativo.

Masías Málaga sostiene que las políticas públicas para el sector agrícola, en los últimos años han sido muy perjudiciales. Haber derogado la Ley de Promoción Agraria en 2019, cambiándola por “una ley de sesgo político y populista”, según sus palabras, fue un error enorme. “La instalación del bono beta (pago de 30% adicional a los trabajadores formales de la agroindustria), ha empeorado aún más la crisis en el sector y, desde mi perspectiva, ha colaborado a mantener pobres a los más pobres, desincentivando la creación de empresa”.

Para Masías, una de las consecuencias más lamentables del nuevo marco legal es la reducción de la oferta formal de empleo, haciendo migrar a los trabajadores al sector informal. “Hasta antes de 2020, en varias regiones del país, como Ica o Lambayeque, se hablaba de pleno empleo; hoy, en estas mismas regiones, se ven grandes filas de personas buscando trabajo en las puertas de los fundos y fábricas”.

El director gerente de La Calera Agrícola menciona también el impacto que el fenómeno de El Niño ha tenido en la fruticultura peruana, reflejado en la disminución en la producción de los campos y en el daño a la infraestructura de las empresas agroindustriales. “Las consecuencias de todos estos problemas se han traducido en el cierre de empresas y en la inminente reducción de la oferta de trabajo”, sostiene.

En otro ámbito, la coyuntura internacional ha sido un factor determinante para el devenir de la fruticultura peruana. Pero, según Masías Málaga, muchos asuntos que atañen a la coyuntura mundial se han ido solucionando. “Los fletes marítimos regresaron a su normalidad, se encontraron nuevos mercados para la fruta que solía ir a Rusia, el euro ganó terreno frente al dólar, mejorando los precios de retorno al agricultor… No obstante, todavía hay muchos temas por resolver. Las tasas de interés aún están altas y el acceso al crédito es limitado. El Niño aún se cierne sobre nosotros, hay incertidumbre respecto a lo que sucederá este 2024… Pero, lo más grave, es la falta de voluntad de parte del Estado para corregir los errores cometidos en el manejo de las políticas públicas, que desincentivan el desarrollo del sector y por ende del país”, subraya.

Estuardo Masías Málaga sostiene que “el país necesita un liderazgo firme y claro respecto a los objetivos de desarrollo y bienestar para la población”. Según cifras del Ministerio de Agricultura y Riego, el Perú cuenta con 2.2 millones de unidades de producción agraria, de las cuales 2 millones corresponden a agricultura familiar que, según el empresario citrícola, se encuentra mayoritariamente en niveles de subsistencia y es la más afectada por la crisis. “El Perú puede hacer de su agricultura el motor para el desarrollo y el progreso, llevando a esas 2 millones de familias a la modernidad. Como país tenemos la responsabilidad de levantar nuestra economía, a través de la generación de empleo y la generación de valor, y en la agricultura está la oportunidad de lograrlo. Este sueño sería posible mediante la colaboración entre el sector privado y el sector público”, puntualiza.

Con una caída en los volúmenes de un 80% producto de los estragos de El Niño, el mango es un claro ejemplo de la compleja realidad por la que atraviesa la agroindustria peruana. Sin embargo, para César Morocho, presidente de la Asociación Peruana de Exportadores de Mango (APEM), más allá de la coyuntura climática el gran desafío del sector es la diversificación de mercados. Para ello, afirma el dirigente, es imprescindible contar con una moderna y eficiente infraestructura. “Afortunadamente, dentro de un año va a estar operativo el megapuerto de Chancay, eso nos va a posicionar muy bien frente al resto de los competidores en Sudamérica. Es importante también evitar los conflictos sociales que dividen. Debemos sacar adelante la agroexportación nacional con un criterio de justicia y equidad”, dice Morocho.

Respecto al mango, el líder de APEM confía en que este año habrá una recuperación de los volúmenes. “Es lo que escucho de los productores cuando converso con ellos. Dicen que todo lo que no se produjo en 2023, es probable que se produzca en 2024”.

Para Morocho, un desafío importante es la profundización del mercado europeo, tarea que requiere de instituciones sólidas -plantea- que promocionen el mango en el viejo continente y permitan proyectar un crecimiento en esta región. “En Estados Unidos lo hacemos a través de la National Mango Board. Por otro lado, es verdad que en este momento existe poca oferta de mango en el mercado, y hay una natural especulación, o por lo menos esperanza de que los precios suban; yo creo que sí van a subir, pero no podemos generar un desorden a nivel de precios en los mercados, pues el consumidor puede preferir otra fruta”, concluye.

UVA: BUENOS PRECIOS, MENOS FRUTA

La campaña de la uva de mesa 2023-2024, termina en abril, pero, en noviembre de 2023, la Asociación de Productores y Exportadores de Uva de Mesa del Perú (Provid), advirtió que la exportación de esta fruta descendería 9% respecto a la campaña anterior. Desafíos climáticos como el ciclón Yaku y El Niño costero, impactaron la producción, acortando ciclos y reduciendo la productividad. Este descenso del 9% significa 64,9 millones de cajas de 8.2 kg, mientras que en la campaña anterior se exportó 71,4 millones.

“Los procesos fenológicos se hicieron más cortos, el ciclo de cultivo se hizo más breve, impactando finalmente en los rendimientos. Esto sucedió principalmente en la región norte del país”, explica Alejandro Cabrera, gerente general de Provid. Pero, a menor oferta, frente a una demanda que se mantiene, los precios para la uva de mesa peruana, al cierre de esta edición, se mantenían al alza. “Nuestro principal mercado es Estados Unidos, donde hay menos fruta que otros años debido al paso del huracán Hilary en agosto, lo que afectó la producción de uva de mesa de California”.

Fegurri, es una empresa agrícola líder en la industria, dedicada a la producción de uva de mesa, que opera en el norte del Perú. Su gerente general, Alejandro Carvajal, plantea que, frente al actual escenario climático, hay que adaptar a las plantas a climas adversos, realizando distintas labores de manejo, como restringir riegos para evitar asfixias radiculares. “La nutrición de la planta es fundamental. También hay que trabajar, de manera preventiva, en el manejo sanitario contra plagas y enfermedades. La temporada 2023-2024 viene siendo muy complicada, por las caídas de producción, por la infertilidad en algunas variedades más sensibles que otras, y por los temas sanitarios, por supuesto”.

Respecto a las plagas, es preciso mencionar al chanchito blanco, la principal plaga de la uva de mesa en el Perú que, según se proyecta, seguirá impactando en las próximas campañas. No son pocas las empresas que ha sufrido el rechazo de contenedores por solo una cochinilla. Para Rafael Ibarguren, gerente general de Agrícola Don Ricardo, en Ica, al sur del país, estamos ante una plaga endémica que no será posible erradicar. Corea, Nueva Zelanda, Colombia e India son algunos de los países que tienen tolerancia cero con el chanchito blanco.

Hace un par de temporadas la situación adquirió ribetes dramáticos. En la campaña 2020-2021, solo el 44% de los envíos de uva de mesa a Corea de Agrícola Don Ricardo fueron aprobados, “perdimos más de la mitad de los embarques”, recuerda Ibarguren. “En la campaña 2021- 2022, mejoramos nuestros controles y manejos en el campo, y esa vez el 80% de nuestros contenedores fueron aprobados en Corea. Mientras que en la última campaña hemos alcanzado el 90% de contenedores aprobados en ese país, lo cual es muy bueno, por supuesto. Pero no podemos bajar la guardia”.

PALTAS, CHILE Y EL MUNDO

Luis Garavito, gerente agrícola de Saturno, empresa que contra viento y marea viene consiguiendo la calidad esperada en sus lotes de uva de mesa, revela que hoy trabajan “en base al peor escenario”. Y da algunas claves para que la industria agroexportadora del Perú logre levantarse. “El mayor desafío, no solamente en lo concerniente a la uva, sino al arándano, al palto, a la fruticultura peruana en general, tiene que ver con entender el clima, siendo conscientes de que la ‘estrella’ es la planta”, señala.

“A lo largo de estos años del llamado boom de la agroindustria peruana, hemos formado buenos equipos. Ahora el desafío es mantenernos en ese estatus, echando mano a nuevas tecnologías que nos permitan monitorear que estamos haciendo lo correcto. Ya aprendimos a producir, hay que seguir por ese camino, pero también hay que mejorar estrategias de venta, participar de más ferias, buscar nuevas tecnologías que nos permitan ahorrar costos, porque el tema de la mano de obra se va a poner cada vez más complicado”, plantea Garavito.

El ejecutivo además hace un llamado para que se lleven a cabo los proyectos de irrigación pendientes, que califica de “urgentes”, sobre todo en Ica, donde el agua de riego sigue siendo un recurso muy escaso.

“Otro desafío tiene que ver con crear una cultura de consumo nacional, un mercado interno que pueda absorber los volúmenes que se dan en determinados momentos. En Chile, más del 80% de la palta que producen se consume en el mercado interno”.

Juan Antonio Delpero ha sido gerente agrícola de Corporación Frutícola de Chincha SAC, en Perú, y actualmente es gerente de producción de San José Farms SPA, en Chile. Con la perspectiva amplia que le da su trayectoria profesional, el ejecutivo está convencido que los desarrollos frutícolas de Perú y Chile deben ir de la mano. “Nos parecemos bastante, más de lo que creemos, y es posible buscar soluciones conjuntas”, plantea.

¿Las soluciones conjuntas pueden ser un factor determinante para que el Perú salga de su crisis agroexportadora? Para Delpero, basta revisar la historia para encontrar la respuesta. “Durante la evolución de la agricultura peruana en las últimas décadas, ha habido una influencia y transferencia de conocimientos entre Chile y Perú bastante interesante. Resalto la relación histórica con Chile no solo por nuestra cercanía, sino también porque en ambos países se hicieron bien las cosas. La evolución de la industria de los paltos, arándanos, cítricos, uva, etc., es un claro ejemplo de ello. Se hizo una buena trasferencia tecnológica, con mucho empuje de la empresa privada, sobre todo a través de sus gremios, sumando la participación de universidades y centros de investigación”.

Hoy -agrega el ejecutivo- frente a una crisis de carácter global, con repercusiones transversales a toda la industria, y sucesos climáticos adversos cada vez más frecuentes, resulta indispensable que se vuelvan a generar instancias de colaboración entre ambos países, con la ventaja actual de contar con industrias maduras y un conocimiento técnico consolidado. “Recordemos que nos enfrentamos a un mercado bastante más exigente, a una mayor oferta exportable, competitiva en costos y calidad, a un panorama político y económico movido a nivel mundial. Cada vez es más frecuente ver empresas que cierran sus operaciones, y las que sobrevivan serán aquellas que sean capaces de migrar al modelo que exige el contexto actual; en estos momentos, se necesitan empresas flexibles y con políticas de gestión al cambio, tendiendo puentes de colaboración entre los distintos actores, nacionales e internacionales’’.

En relación a la palta, tanto en Perú como en Chile, Delpero observa gran dedicación y perseverancia en el objetivo de mejorar atributos de calidad en sus cultivos. “En 2023 los VISIÓN FRUTÍCOLA calibres fueron bajos, sin embargo, en ambos países está la preocupación por mejorarlos este 2024”, afirma.

Omar Díaz es gerente general de Westfalia Fruit Perú, empresa que comercializa paltas a nivel mundial. Para Díaz, aún es prematuro saber cuál será el impacto del fenómeno de El Niño en la palta peruana este 2024. “Quizás en febrero tengamos una aproximación más certera”, apunta. Respecto a los precios, afirma que se ven “saludables”.

“Durante la etapa de la cosecha en la sierra, de febrero hasta inicios de abril, pienso que los precios van a estar buenos. Y de la quincena de abril hacia adelante, no me atrevería a decir que van a estar más bajos que en 2023; el objetivo de todos es que los precios sean superiores, se está trabajando a nivel de industria para que este año sean más altos que los de 2023, pero eso va a depender de muchos factores en el mercado”.

Uno de esos factores es el devenir de la producción en México, considerando que dicho país se encuentra atravesando un periodo de sequía y aún se desconoce cuál será su impacto en el suministro hacia Estados Unidos. Otras variables relevantes -detalla Díaz- son el volumen total que consiga Perú, el incremento del consumo en China y, cómo no, el estatus de la cadena logística. “El aspecto logístico está bien, los costos de los fletes están bajos, se han recuperado los niveles pre pandemia. Pero tenemos las restricciones en el Canal de Panamá y vamos a ver si eso nos impacta, sobre todo en lo concerniente a los envíos a Europa. Eventualmente, se podrían incrementar los costos navieros, el costo de los fletes, pero eso aún no lo podemos saber”.

¿NUEVOS CULTIVOS?

Hoy, con las variedades que se han probado, en Perú no es posible producir cerezas. Se logra llegar a la flor, pero luego, no cuaja la fruta. Es lo que advierte el reconocido experto en negocios agroindustriales y director de Vecs, Gerd Burmester, quien recientemente ha estado investigando sobre este cultivo. Cuenta que se han hecho pruebas en unas diez o quince empresas, pero ninguna con éxito.

¿Hay entonces potencial en el Perú para el cerezo? Gerd afirma que sí, pero se necesita de una variedad que pueda dar frutos con mucho menos horas de frío en la costa. “En la sierra se pueden encontrar horas de frío, pero hay otros obstáculos, como la falta de infraestructura para la logística”.

No obstante, Burmester afirma que la empresa privada junto a Senasa se encuentran gestionando la importación de plantines de variedades desarrolladas por IFG, Sun World, la Universidad de Bolonia o la Universidad de Georgia. “Estas variedades tienen mejor resistencia, es decir, pueden producir fruta con mucho menos o ninguna hora frío”.

Pero, ¿qué otros productos, además de la cereza, podrían ampliar la canasta agroexportadora peruana, o bien, reemplazar algunos cultivos de la misma? ¿Urge hacerlo? ¿Qué es lo que falta para que esto suceda? Burmester responde: “Son preguntas que me vengo haciendo desde hace meses, y que también se las hago a mis alumnos en la maestría en dirección de agronegocios que dicto. Sin embargo, son interrogantes que no tienen respuestas claras. En todo caso, creo que los cambios que se darán en el Perú tienen que ver con reemplazar las antiguas variedades de uva por nuevas. Aún tenemos en los campos un 20% o 25% de variedades antiguas; incluso hay nuevas que ya no funcionan tan bien y que podrían ser reemplazadas por otras más productivas, que gusten más a los mercados y viajen un poco mejor. Los mismo va a suceder con el arándano”.

El especialista destaca que el caqui se está probando en algunas zonas, “pero tímidamente… A decir verdad, no se me ocurre un cultivo nuevo que vaya a reemplazar los cultivos que venimos trabajando y que están en una etapa bastante madura. Definitivamente, en el Perú los cambios vendrán por la renovación varietal”, subraya.

“Hay que tener en cuenta, además, que el Perú aún tiene mucho que mejorar en eficiencia operacional, la industria peruana sigue siendo menos competitiva que la de Chile, la de California, y seguramente la de Sudáfrica; no somos capaces de producir, por kilo, tan barato como nuestros vecinos”.