Arándanos, la nueva realidad genética
VITRINA EMPRESARIAL

Arándanos, la nueva realidad genética

Actor clave en el desarrollo de la industria global del blueberry, Fall Creek decidió fortalecer su relación con Chile implementando un espectacular vivero en la Región de Ñuble. En este lugar hoy germinan las nuevas variedades llamadas a recuperar la competitividad del arándano chileno en los mercados mundiales.


Por Danilo Phillipi

El desarrollo de la industria del arándano en Chile se remonta a comienzos de los años 80, cuando universidades, centros de investigación, agrónomos y productores se alinearon para introducir esta baya desde Estados Unidos. En este vertiginoso proceso, que cambió para siempre el mercado mundial de esta fruta, los viveros y las empresas de genética jugaron un rol clave. Dentro de las pioneras y más relevantes sin duda está Fall Creek. Desde entonces, esta firma ha sido un aliado estratégico para los productores y exportadores de blueberries de Chile y Sudamérica, proporcionando genética de la más alta calidad que satisface las necesidades de una industria en permanente evolución.

Originaria de Oregon, Estados Unidos, Fall Creek Farm & Nursery es una empresa familiar que nació hace más de cuatro décadas como un vivero especializado en el cultivo del arándano. Posteriormente, la evolución de la industria los motivó a incursionar en I+D posicionándose como una de las compañías líderes en el desarrollo del negocio del arándano a nivel mundial. “La comercialización de plataformas genéticas se complementa con la venta de plantas, lo que asegura que el potencial de esa genética se vea reflejado en el cultivo”, explica Ernesto Pino, gerente general de Fall Creek Chile.

En las últimas décadas, la empresa de la familia Brazelton ha experimentado un intenso proceso de crecimiento e internacionalización, abriendo centros de mejoramiento genético en Sevilla (España) y Guadalajara (México), y viveros en España, Países Bajos, Sudáfrica, México, Perú y recientemente en Chile, filial que hoy abastece a productores de Brasil, Argentina y por supuesto a agricultores locales.

Durante 15 años la firma estadounidense comercializó sus variedades en Chile a través de Stonefly Nursery, el vivero del grupo Hijuelas, contrato de licenciamiento que expiró en diciembre. Pino explica que esta decisión respondió a la actual visión estratégica de la empresa, que implica fortalecer su presencia en los principales centros de producción a nivel global. “En los últimos años Chile ha perdido pie frente a Perú, México y Marruecos, quienes han colonizado su ventana comercial con productos de alta calidad. Sin embargo, el potencial de Chile está intacto y creemos que nuestra relación directa con los productores puede contribuir a que el país recupere su competitividad en el mercado mundial del arándano”.

Emplazado en la comuna de Coihueco, Región de Ñuble, la construcción del vivero implicó una inversión de gran envergadura. Veinte hectáreas, con una capacidad de producción de 4 millones de plantas al año, suficientes para establecer 1.000 hectáreas de arándanos. Pino comenta que la elección del lugar no fue azarosa, sino que se buscaron las mejores condiciones productivas para potenciar las nuevas variedades. “Estamos hablando de variedades que para expresar su potencial requieren más de 500 horas de frío -sobre 700 en el caso de las más tardías- y esta zona es la que presenta mayores similitudes con las curvas de temperatura y condiciones climáticas de Oregon”.

Chile hoy cuenta con 18 mil hectáreas de arándanos en producción, de las cuales debieran reemplazarse entre un 5 a un 10% por año para mantener la competitividad de la industria. Un escenario que Fall Creek proyecta como una gran oportunidad de desarrollo. “Cuando diseñamos el proyecto dijimos, bueno, apuntemos a contribuir lo máximo posible a esa renovación varietal”.

“Son variedades definitivamente superiores, que destacan por su mayor productividad, firmeza y larga vida poscosecha”.

MÁS Y MEJOR GENÉTICA

La industria del arándano chilena se encuentra en un punto de inflexión. Con competidores que ofrecen productos de calidad superior, acelerar el proceso de recambio varietal resulta ineludible. Para enfrentar el desafío, Fall Creek ofrece dos plataformas genéticas de vanguardia, con variedades revolucionarias que poseen el potencial para competir con la oferta de los trópicos. Con un modelo de comercialización B2B, Sekoya se diseñó para facilitar la construcción de cadenas de valor sólidas y confiables. “Es una plataforma cerrada, pensada para un perfil de empresa con la capacidad de ofrecer el producto todo el año y en grandes volúmenes, lo que equivale a cultivar en distintas zonas geográficas y continentes”, describe Ernesto Pino.

Actualmente el programa Sekoya cuenta con 14 licenciatarios globales, dentro de los cuales figuran empresas chilenas líderes a nivel mundial. Además de tener la exclusividad de las variedades del programa, las empresas suscritas tienen la facultad de seleccionar a aquellos agricultores que podrán cultivarlas para proveerlas de producción. “El catálogo de la plataforma incluye a Sekoya Beauty™ (FCM12-097), Sekoya Crunch™ (FC13- 083), Sekoya Grande™ (FC13-122), Sekoya Pop™ (FCM14- 052) y Sekoya Fiesta™ (FC13-113), cada una diseñada para lograr el mejor rendimiento y calidad bajo condiciones climáticas específicas, destacando por entregar una fruta extra grande, crocante y de apariencia y sabor excepcional”, precisa el ejecutivo.

Más abierto y flexible, Collection es el programa genético estándar que Fall Creek pone a disposición del productor menos globalizado, que básicamente busca cubrir de forma adecuada su ventana de comercialización internacional. “La plataforma se adapta a las necesidades de un agricultor destacado promedio, ya sea si comercializa de forma directa o bien si desea hacerlo a través de un tercero”, señala Pino. El gerente de Fall Creek Chile sostiene que la plataforma Collection es una excelente opción para el productor exportador que no es miembro de Sekoya y que sin embargo aspira a trabajar con variedades de alta calidad sin restricciones de comercialización. “Las calidades en ambas plataformas son muy similares”, asegura Pino.

“La diferencia radica principalmente en el tamaño de la baya, siendo el estándar de Sekoya algo más exigente en ese aspecto a la hora de definir su inclusión en dicha plataforma. Pero la apariencia, crocancia y sabor son excepcionales en ambos catálogos”.

Nuevas variedades como LunaBlue™ (FC12-205), ArabellaBlue™ (FC14-062), LoretoBlue™ (FC11-118), PeachyBlue ™ (ZF08-029) y OlympusBlue™ (TH-1008) se han sumado al sólido catálogo Collection, prometiendo desplazar en el corto plazo a las muy populares Suziblue y Blue Ribbon, según proyecta la compañía. “Son variedades definitivamente superiores, que destacan por su mayor productividad, firmeza y larga vida poscosecha”, apunta Ernesto Pino. “Ahora el productor tiene el lindo desafío de tomar la decisión correcta frente a lo que yo llamo ‘nueva realidad genética’, determinando cuál es la plataforma y variedad que se ajusta mejor a su realidad y a sus objetivos”.