Crece interés de fondos de inversión en frutícolas sudamericanas: ¿Qué podemos esperar?
OPINIÓN

Crece interés de fondos de inversión en frutícolas sudamericanas: ¿Qué podemos esperar?

Recientemente conocimos por diversos medios que Frutura, filial de Renewable Resources Group (RRG) se encuentra afinando detalles para adquirir Giddings Fruit en Chile.


Gustavo Cardemil Katunaric | Director ejecutivo de Asesorías del Agro GCA Ltda

De concretarse la operación, la compañía de gestión de activos agrícolas con sede en Los Ángeles fortalecerá aún más su grupo empresarial, que ya cuenta con Dayka & Hackett LLC y TerraFresh en Estados Unidos, Agrícola Don Ricardo SAC (Perú, adquirida en 2021), Citrícola Salteña – Caputto (Uruguay, 2022), Exportadora Subsole S.A. (Chile, 2022), y ahora muy probablemente Giddings Fruit (Chile, 2023).

Lejos de ser una excepción, la expansión de RRG en Sudamérica es la expresión de una tendencia que ha ido ganando terreno en los últimos años. En 2021 Hancock Natural Resource Group (HNRG) del grupo Manulife (EE.UU) compró la exportadora chilena David Del Curto (DDC) y en 2022 HFE Berries Perú vendió casi 400 hectáreas de arándanos a PSP Investments, un gran administrador de fondos de pensiones de Canadá. El mismo año el fondo Continental Grain Company compró una participación en Agroberries Chile. En 2018, la sudafricana Westfaila Fruits se fusionó con la principal exportadora de paltas en su momento de Chile, Agricom, e incluso, yendo más atrás, a partir de los años 2000 y 2010 Harvard Management Company (HMC, hoy manejado por Solum) adquirió y desarrolló fundos forestales y luego de palta Hass en el norte del Perú y costa central de Chile. Y la lista sigue con otros cultivos y empresas agrícolas en la región, particularmente en Chile y Perú.

Pero, ¿por qué los fondos de inversión y empresas internacionales han puesto sus ojos -y los seguirán poniendo- en tierras agrícolas y empresas frutícolas en nuestros países?

En un mundo en constantes crisis económicas originadas por múltiples causas, la tierra agrícola y el sector agroalimentario se han posicionado como una “nueva” clase de activos que protege el patrimonio de los inversionistas contra la inflación. Los campos, fundos o “farm lands” tienen baja volatilidad y correlación con otros activos y sectores de la economía, pero, lo más importante, es que han demostrado tener rentabilidades positivas sobre largos periodos de tiempo, además de ofrecer un horizonte de mayor crecimiento potencial, dadas las nuevas tecnologías disponibles y los sólidos fundamentos alimentarios del mundo de hoy.

Chile y Perú tienen grandes ventajas comparativas y competitivas en el sector agroexportador. Los logros están a la vista. Es inevitable que cada año sean más los inversionistas de todo tipo que buscan nuevas oportunidades en nuestros territorios. En ambos países hay cientos de empresas agrícolas con un enorme potencial de desarrollo y, por otro lado, existen cientos de fondos de inversión, cada uno con sus políticas, escalas y focos específicos, lo cual plantea ciertas interrogantes: ¿Qué efectos tiene que estos fondos y corporaciones aumenten su participación en empresas y campos emblemáticos de cada país y finalmente ingresen al corazón de nuestra agricultura de exportación? ¿La apertura económica de Chile y Perú al mundo, pondrá en peligro la vida del campo tal como la conocemos hasta ahora?

Ciertamente son preguntas que muchos se hacen, generando visiones encontradas, particularmente cuando hay tierra y fundos involucrados.

Desde una mirada positiva y optimista, creo que estas operaciones constituyen una gran oportunidad para nuestros países de atraer más inversión, mejores prácticas, eficiencias y, lo más importante, mantener muchos fundos y empresas operativas en el largo plazo. Asimismo, podría contribuir a que los trabajadores permanezcan en los campos, con mejores condiciones, otorgando continuidad a las cadenas productivas locales. Finalmente, la llegada de un nuevo controlador aparece como una buena opción para ese buen empresario agrícola que comienza a envejecer sin sucesión a la vista, y que por sí solo ya no es capaz de manejar ni financiar campañas cada vez más costosas y complejas.

Quizás, un modelo empresarial con un controlador externo especializado, aliado a un agricultor o familia local -y no solo compras totales de empresas o fundos- podría ser una alternativa más que interesante, con la capacidad de garantizar la continuidad y sostenibilidad de la producción agrícola en el largo plazo.