“No nos va de maravillas”
ENTREVISTA | Francisco Camino - Gerente general de Fruchincha y director de AGAP Perú

“No nos va de maravillas”

A pesar de ser un país que ocupa los primeros lugares en el mundo en exportación de cultivos como la uva, la palta y el arándano, se vienen años complicados para el Perú. El gerente general de Fruchincha, empresa ubicada en una provincia que exporta los mayores volúmenes de cítricos del país, advierte de una creciente falta de confianza entre empleadores y trabajadores en el agro, así como de una falta de conocimiento de algunos funcionarios gubernamentales respecto a las dinámicas del sector, lo que podría afectar los resultados de la agroindustria nacional. En esta entrevista, Francisco Camino habla también de las propias dificultades que afrontan hoy los cítricos y explica su receta para salir airoso del fenómeno El Niño anunciado para este año.


Por Gabriel Gargurevich Pazos | Fotografía: Josip Curich Ribeiro

Su abuelo paterno tenía fundos entre Camaná y Pisco; su abuelo materno, en Chincha. Cuando le pregunto cómo se llamaba su abuelo paterno responde “Pancho Camino, como yo, y como mi padre”. Entonces le digo, medio en broma, que se trata de un linaje de productores agrícolas y él me dice que más bien es “una linda maldición”, también medio en broma, ahí sentado a la mesa de su escritorio, en sus oficinas de Miraflores. Dentro de poco tiene que subirse al auto y conducir, durante tres horas aproximadamente, hasta Chincha, al sur de Lima; Francisco Camino tiene 51 años y es gerente general de Fruchincha, una empresa que en el 2022 exportó el equivalente a 1,158 contenedores; 254 de uva, 698 de palta y 206 de cítricos.

Sin dejar de sonreír, baja la mirada, y dice que trabajar en agro “es muy exigente, vives entre los clientes internacionales y las necesidades del campo”; a pesar de ese esfuerzo, “los empresarios en este país son maltratados. Tengo primos y tíos que trabajan en agroexportadoras de Ica que lo entienden bien… Aún no aprendemos a valorar el éxito”.

¿A qué te refieres?

Es difícil ser empresario agrícola en el Perú. Los factores climáticos son tan relevantes como los factores sociales y políticos, al menos en la zona donde trabajamos nosotros (el valle de Chincha). Con tantos presidentes que van y vienen, lo que voy a sembrar hoy lo voy a cosechar en otro gobierno, ojalá en un gobierno pro empresa, o que al menos deje trabajar a los empresarios; es muy difícil tomar la decisión de sembrar cuando nuestros productos se empezarán a cosechar en otro gobierno, eso es lo que está pasando ahora. Necesitamos trabajar integrados, sin un equipo sólido, donde reine la confianza, la empresa no es nada. Evidentemente hay que aceptar el riesgo, pero necesitamos confiar entre nosotros. No se ha logrado reducir el problema de confianza que existe entre el colaborador y el empleador, y esto por supuesto, afecta la productividad; y esa baja productividad, algunas veces determina que los sueldos para los trabajadores no sean los esperados. Necesitamos trabajar juntos en valores y en las habilidades blandas para lograr ganar esa confianza que nos permita conocernos e integrarnos por el bien de la empresa, entendiéndonos como el equipo formado por el empresario, colaboradores y proveedores.

“Es difícil ser empresario agrícola en el Perú. Los factores climáticos son tan relevantes como los factores sociales y políticos, al menos en la zona donde trabajamos nosotros”.

¿Cuál es tu diagnóstico de la agricultura nacional?

El Perú es uno de los principales exportadores de uva, arándano, paltas y cítricos del mundo, sólo por mencionar algunos cultivos. Tenemos un potencial enorme como país, pero debemos mejorar en algunas áreas para mantenernos en un entorno cada vez más competitivo. A nivel educativo, por ejemplo, debemos incentivar las carreras técnicas, importantes para un país en vías de desarrollo como el nuestro, son la manera más rápida de generar ingresos familiares. Estos puestos de trabajo descentralizados permiten cerrar las brechas en lugares alejados donde el Estado no llega de manera adecuada, y generar confianza hacia la empresa. A nivel financiero, y siendo un país agrícola, no tenemos un banco para el sector que funcione bien; los agricultores, desde los pequeños hasta los medianos, no tienen un acceso adecuado a las líneas de financiamiento; el sector financiero no entiende el sector agrícola y desconfía del repago. Las empresas grandes sí cuentan con un adecuado financiamiento, debido al manejo empresarial de sus predios, y a las garantías que permiten menores tasas y plazos adecuados para los cultivos.

¿El Estado tampoco conoce el sector?

Se necesita trabajar en equipo; los empresarios deben ayudar a capacitar o educar, si es posible, al gobierno y a la sociedad –la agroexportación involucra a muchos sectores laborales– para que se conozca y entienda la dificultad de este negocio, así como su impacto real en los otros sectores de la economía. Este conocimiento es necesario para evitar que se generen leyes que, desconociendo de la estacionalidad de los cultivos, por ejemplo, agreguen costos que no permitan continuar el negocio o, peor, fomenten la informalidad. Lamentablemente, todavía hay funcionarios que no entienden la realidad y las dificultades en el campo.

¿Cómo así?

Por ejemplo, la rotación de trabajadores en el campo es aproximadamente del 15% al 20% semanal; es decir, todas las semanas recibimos personal nuevo a los que hay que capacitar en las tareas de la agroexportación. A estos trabajadores que llegan y se van, ahora la ley agraria nos obliga a pagarles el mes completo de EsSalud; es decir, la agroindustria paga a EsSalud el seguro completo del mes por una persona que sólo trabajó algunos días. Antes no era así; antes (de que se derogue la Ley de Promoción Agraria), si la persona trabajaba un día, pagabas la treintava parte de lo que correspondía a EsSalud por ese día, así como de la CTS y de todo; contaban con todos los beneficios de ley. Adicionalmente, ahora tenemos que pagar el bono Beta, teniendo la agricultura una remuneración mínima vital mayor a la del régimen general. Entonces, ¿qué pasa? Las empresas grandes pueden pagar todo esto, pero los chicos no pueden, y son forzados a la informalidad; ya no hacen contratos, ya no pagan EsSalud entre otras cosas. Pero reitero que el mayor problema es la desconfianza que no nos permite trabajar en equipo, lo que aumenta la rotación y reduce la productividad.

¿Esta situación afecta también la dinámica con los supermercados o es solo un asunto interno?

Es interno. La agroexportación peruana es súper competitiva, debemos serlo. Por ejemplo, al momento de negociar con los supermercados, te expresan su necesidad de fruta en contenedores semanales de determinados calibres y colores. El primer problema surge en cómo acomodar la cosecha, que es irregular en cantidad y calibre, a un consumo, que el cliente lo percibe como regular; luego te dan una cartilla con las características que debe de tener la fruta; y después te piden que les mandes tu oferta; y así, finalmente, el supermercado elije a quién le ofrece el volumen, la calidad… y el mejor precio. Todo esto te obliga a ser competitivo de cara a los mercados.

¿Somos los principales agroexportadores de uva, de arándano, pero no nos va de maravilla?

No, no nos va de maravilla, y se vienen años complicados. Hay que tener en cuenta que estamos viviendo de lo sembrado hace cinco años; el crecimiento reportado en cítricos, paltos, uvas y arándanos, por ejemplo, tiene que ver con lo que se sembró hace cinco años. Como país podemos crecer y vender millones, pero debemos entender que tener crecimiento en ventas no significa necesariamente utilidades; puedes facturar un montón y perder plata.

CÍTRICOS: EL AGRICULTOR PAGA POR LA INFLACIÓN

Francisco comenzó a trabajar en Fruchincha hace catorce años, en el área administrativa. Poco a poco, sus propuestas tomaron relevancia en la empresa por los resultados y así pudo ocupar el cargo de gerente general. Entre sus principales gestiones iniciales está el haber planteado dar servicios a terceros en el packing. Hay que tener en cuenta que Fruchincha no tiene campos propios, pero sí once socios: diez importantes empresarios vinculados al valle de Chincha y una empresa de capital belga. Exportan la fruta de las empresas de los socios, pero también de las asociadas, agricultores pequeños y medianos, “contamos con campos que van desde las 2 hectáreas hasta las 560”. El año pasado se empacaron 2,503 contenedores, “cuando yo llegué empacábamos 350 contenedores al año”. Entre todos los socios suman más de 1,500 hectáreas: unas 189 de uva; 800 de palta; y 572 de cítricos.

 

 

Reconoce que son una empresa mediana agroindustrial en comparación con los miles de hectáreas de frutales con los que cuentan algunas corporaciones agroexportadoras en el país, “pero tengo un trato mucho más cercano con los trabajadores, y estoy mucho más conectado con la realidad del campo”, dice Francisco. Entonces puede advertir, por ejemplo, que no hay que confiarse de los días soleados y calurosos, “no se ve a simple vista, pero las plantas pueden cerrar sus estomas y apagarse, y ya no trabajan, sin embargo, ahora hay herramientas más sofisticadas para comprobar eso”. También le permite, esta cercanía con el campo, encontrar oportunidades en medio de desastres. “El Niño te afecta mucho menos cuando estás preparado. Ya hay herramientas que te permiten trabajar mejor tu árbol, de cara a los cambios que van a venir. En Chincha la lluvia no es nada, en comparación al norte, pero la lluvia puede afectar la producción de la uva si no estás preparado, o porque luego de las lluvias haces una mala aplicación”.

Desde el 2021, las inversiones en cítricos se detuvieron por la derogación de la Ley de Promoción Agraria y en la actualidad, prácticamente, no se siembran nuevas áreas.

Todo parece indicar que lo que estamos viviendo hoy en el Perú es un Niño no declarado. ¿Cómo estar preparados en materia de cítricos?

En el caso de los cítricos, ya se sabe que en años calientes la fruta demora en tomar color; lo que toca, entonces, es prevenir, hacer enmiendas para que la fruta coja color; y si consigues tener algo de color y todos tus vecinos no, el impacto es enorme. En un negocio tan competitivo como éste, lo que te va a diferenciar es la prevención. Y ahora tienes herramientas para hacerlo, hace veinte años no las tenías. Por ejemplo, ahora puedes poner un GPS a tu tractor y medir la velocidad de la aplicación, saber por dónde se aplicó y todo… Claro, muchos productores podrán decir que estas tecnologías son muy caras, pero, ¿cuánto te cuesta no hacerlo? Nosotros, en Fruchincha, tratamos de medir todo lo que sea medible –en los campos, en el packing– para así llevarnos el menor número de sorpresas. Cuando surgen condiciones adversas, les va bien a los preparados.

Cabe mencionar que Ica lidera la agroexportación de cítricos en el Perú, y la provincia de Chincha es donde se concentra la mayor producción regional; también que Sergio del Castillo, gerente general de ProCitrus, declaró recientemente que la producción de cítricos en Perú caerá después de 2025, en el caso de que no se siembren áreas nuevas. Dijo que, desde 2021, las inversiones en cítricos se detuvieron por la derogación de la Ley de Promoción Agraria y en la actualidad, prácticamente, no se siembran nuevas áreas. Entrará en producción, lo sembrado en 2020, este o el próximo año, y la producción irá aumentando en esos campos, en los siguientes cuatro años; pero el hecho es que están dejando de producir, así como arrancando plantaciones antiguas.

¿Cómo definirías la situación de los cítricos hoy?

Los dos últimos años han sido muy difíciles. El incremento de los costos por la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania (que encareció la fertilización y los combustibles) y la congestión naviera, determinaron incrementos de costos que no los absorbió el consumidor final. Entonces, claro, a pesar de que los precios han subido o se mantuvieron en promedio, el retorno al productor bajó, y eso nos pegó durísimo.

Parte lo explican los clientes europeos y norteamericanos que, por mayores costos en la energía, mayores costos laborales, muchos de ellos aumentaron sus márgenes para absorber esos sobre costos, siendo el afectado el productor. Lo que se espera es que los mercados –o sea el consumidor final–, valoren más los cítricos y absorban este incremento de costos poco a poco, aumentando los precios de compra. Pero la situación hoy para el productor de cítricos es muy complicada en el país, se ha reducido muchísimo la rentabilidad.

¿Dónde crees que debería poner más atención la industria de los cítricos para no perder competitividad en los mercados internacionales? ¿Cuáles son los principales mercados de Perú y de la empresa que diriges?

Lo que tenemos que hacer es probar nuevas varias variedades y producir mejor las que ya tenemos como, por ejemplo, las Primosole, Novas, Orri y W.Murcott; es urgente la participación de las universidades nacionales para el desarrollo de patrones y variedades adaptadas a nuestra realidad. Respecto a las Novas y Orris, aún debemos mejorar el manejo de campo ya que sus producciones no son tan altas. Nosotros, como empresa, tratamos de estar en todos los mercados abiertos; por ejemplo, tenemos muy buenos clientes en Estados Unidos, Canadá, Inglaterra, Holanda, España, Italia, Alemania, Polonia, Portugal, Costa Rica, Chile, Rusia, China, Japón y Corea del Sur. De los 206 contenedores de cítricos que exportamos, 69 fueron de Satsumas, 20 de Primosoles y 117 de Nadorcott, pero esperamos sumar nuevas variedades los próximos años.

No se habla tanto de cítricos como sí de paltas, uvas y arándanos.

Es cierto. Los cítricos son un cultivo maduro, más tipo comodity, y con menor crecimiento. El éxito en este negocio realmente se mide cuando alguien que no te conoce, en otro país, elije tu fruta del anaquel, y eso muy difícil de lograr; cuando tú vas a un supermercado, vas pensando en pagar lo mínimo posible y esperando encontrarte con una calidad perfecta. ¿Cómo definiría una mandarina de calidad? Generalmente de color naranja intenso, buen brix, buena acidez, firme y sin pepas.

ESTABILIDAD CON PRODUCTIVIDAD

La agroindustria tiene estacionalidades, “las cosechas son así y serán así”, dice Francisco, hay momentos en que se necesitan un determinado número de personas para trabajar en el campo, y hay otros en los que se necesitan un número menor. Pero las empresas han ido diversificando sus cultivos para que el flujo de trabajo sea constante. Por ejemplo, en Fruchincha, las fechas de cosecha para la uva van de febrero a inicios de abril; los cítricos van de marzo a inicios de octubre, con las variedades Satsuma, Nova y Nadorcott; la palta se cosecha de marzo a finales de setiembre; el servicio de empaque de granada va de enero a mayo, y el de arándano de julio a diciembre. “Nosotros trabajamos los 365 días del año y nuestro equipo sabe de cinco frutas con distintas variedades”, dice Francisco.

¿Las empresas agroexportadoras siguen haciendo bien su trabajo?

Siempre se puede hacer más, pero somos muy competitivos, si nos comparamos con las agroexportadoras de otros países. Yo siempre digo que lo que sobra en el Perú son terrenos y agua, pero lo que falta es gente que se dedique al agro, así como un Estado que promueva la inversión y genere confianza con la estabilidad. Tenemos varios desarrollos agrícolas parados y el agua se pierde en el mar, y estos problemas tienen décadas de décadas sin solución. Otro aspecto a trabajar es la integración de la costa, sierra y selva, en busca de lograr cosechas todo el año y poder abastecer los mercados internacionales y locales. Tenemos que trabajar para que la gente joven se interese en trabajar en la agricultura; la agroindustria es un sector donde los ciudadanos han perdido un poco el interés en trabajar, y no es solo un problema de Perú; lo vemos en países del hemisferio norte donde muchas cosechas la realizan inmigrantes que vienen de otros países y una situación similar ocurre en Chile ¿Cómo hacer, entonces, para que la gente joven valore estos trabajos? Capacitación para mejorar la productividad y los sueldos. Una persona especializada en poda, en cosecha, sea de uva, palta, mandarina, gana muy bien. Y justamente la posibilidad de cambiarse de trabajo, le da valor a su trabajo.

“El agricultor siente que el margen de ganancia lo tiene el exportador, pero en realidad lo tiene el agricultor, así lo veo yo desde mi experiencia”.

¿A qué te refieres?

Es algo interesante; que el trabajador tenga movilidad y no esté atado a una empresa, le permite ganar más, manteniendo todos sus beneficios laborares. Conociendo la estacionalidad del negocio, hay cuadrillas de personal preparadas que saben hacer poda estupendamente bien, y cobran por planta ganando muy bien por su productividad y destreza; y cuando terminan con esa labor, se mudan a la cosecha de la palta, de los cítricos, o del arándano, y lo hacen perfecto, con maquinaria para cosechar; se presentan como especialistas ante el dueño del fundo o el jefe de campo, y piden que se les pruebe; cuando se comprueba su expertise, piden que se les pague por productividad. Así se da un win-win entre la empresa y el trabajador. Pero eso no se está dando en Perú con regularidad y lamentablemente la legislación laboral no ayuda al trabajador.

INGENIERO AGRÍCOLA POR NATURALEZA

¿Ingeniero agrícola? No, Francisco es administrador de empresas, egresado de IPAE. Siempre estuvo fascinado por los negocios. A los 16 años tuvo su primer trabajo vinculado al agro vendiendo saldos de exportación de Industrias Alimentarias de Navarra, empresa española con la cual su padre trabajaba, como muchos otros empresarios de Chincha, Cañete e Ica, para exportar espárragos blancos. En esa época se alquilaban los terrenos porque los empresarios agrícolas no tenían la solvencia económica y tampoco sabían cómo trabajar los espárragos blancos. “Un día, uno de los gerentes españoles, muy buena onda conmigo, me dijo que ya deje de vender polos y mejor venda espárragos”, recuerda. “He sido empresario desde la cuna, me molestaba depender de la propina”.

Hoy dice con orgullo que es agricultor. Primero formó una empresa donde acopiaban espárrago, pero se dio cuenta de que el margen de ganancia estaba en el campo y no en la cadena. “El agricultor siente que el margen de ganancia lo tiene el exportador, pero en realidad lo tiene el agricultor, así lo veo yo desde mi experiencia”. Hoy, además de dirigir Fruchincha, tiene cuarenta hectáreas de un campo propio, Agrícola La Isla. De diez hectáreas de espárrago pasó a cuarenta; luego se cambió a alcachofa, “más fácil de cosechar” dice, y en el futuro seguirá con paltos u otro cultivo por evaluar.

“Me encanta el campo, me gusta Chincha, adoro el Perú y su diversidad”, me dice saliendo de sus oficinas de Miraflores. Luego de cerrar la puerta, camino al ascensor, añade, riendo que, eso sí, nunca le gustó montar caballo, “hasta el día de hoy, sólo lo hago obligado por mi hija”.