La obra de ingeniería que cambió el desierto peruano
Proyecto Olmos:

La obra de ingeniería que cambió el desierto peruano


Por Catalina Wallace Cofré

Un proyecto que pasó a los anales de la historia en Perú no solo por el gran éxito que tiene, sino también por las acusaciones de sobornos y sobrecostos iniciales de la compleja ingeniería que significó su construcción por parte del Consorcio Trasvase Olmos, integrado por Odebrecht Perú Inversiones en Infraestructura y Constructora Norberto Odebrecht. La iniciativa demoró 90 años en ver la luz y cumple casi 100 años desde que se pensó hasta su funcionamiento.

El desafío del Proyecto Olmos era ambicioso. Consistía en represar aguas del río Huancabamba -en el lado oriental de la Cordillera de Los Andes- en una gran represa. Una vez embalsadas a través de un túnel que cruza la cordillera por 20 km -que lleva las aguas al frente occidental de Los Andes-, se aprovecha una caída de agua para hacer funcionar una central hidroeléctrica. Después el agua recorre un río hasta llegar a las pampas de Olmos en el Departamento de Lambayeque -a 800 km al norte de Lima, cerca de la línea ecuatorial- donde está hoy en día la gran irrigación. Y gracias a todo ese gran esfuerzo de ingeniería y recorrido de agua de oriente a occidente, permite incorporar a la agricultura 43.500 hectáreas (ha) hábiles.

“La zona donde se desarrolla Olmos tiene temperaturas bastante altas durante el año, pero por condiciones climáticas y geográficas -una es la corriente de Humbolt y la otra es la Cordillera de Los Andes- esa zona, que debería ser muy tropical y con mucha lluvia, es seca”, explica Alfonso Pinillos, Director Concesiones de Irrigación – H2Olmos y Trasvase Olmos. Y sigue: “Entonces tienes altas temperaturas sin agua y lo que necesita justamente son proyectos de infraestructura hidráulica para poder regar. Es un invernadero natural. No tiene los extremos de frío o de alta temperatura que hay en otras zonas como podría ser Chile. Eso es bastante favorable para la productividad de diferentes cultivos”.

UNA BUENA IDEA Y UN LARGO CAMINO

Si bien el contrato de concesión del Proyecto Olmos fue firmado en 2010 y se inició su construcción en 2012, fue en 1920 cuando surgió la idea de este sistema. En 1924, el gobierno de entonces contrató al ingeniero americano Charles Sutton para que evaluara no solo la zona de Olmos sino también diferentes proyectos en el norte peruano. Tras investigar la zona descubre que existe la posibilidad de traer agua del río Huancabamba -que naturalmente es un afluente del río Amazonas y termina en el Océano Atlántico- mediante ingeniería a través de un túnel de 20 km, es decir, trasvasar de la cuenca Atlántica a la cuenca del Pacífico.

“Los primeros bosquejos se hacen en esos años, pero después, por temas políticos, el proyecto queda paralizado y es recién en los años 1970 donde el gobierno de entonces contrata a empresas de ingeniería soviética -época que todavía existía la Unión Soviética- y hacen la ingeniería más avanzada del proyecto. Pero nuevamente por temas políticos los gobiernos sucesivos, si bien inician ciertas obras del Proyecto Olmos, nuevamente se queda paralizado, porque, al ser una obra pública, cada año tenían que aprobar un presupuesto, pero por dificultades lo asignaban a otro proyecto y nunca se avanzaba”, relata Pinillos.

Es recién en 2003 que el gobierno de Alejandro Toledo decide hacer el proyecto bajo una estructura diferente, ya no como obra pública sino como una APP (Asociación Público Privada) en donde el gobierno hacía un aporte financiero, pero un privado, en este caso una concesionaria que participaría en un concurso, también financiaría las obras.

Se firma el contrato del proyecto en 2010. En 2012 se inicia la construcción de las obras y ese mismo año se subastan las tierras por adelantado. “Esto es como comprar tu departamento en planos (en verde) y tienes que basar la confianza en que el constructor realmente te lo va a entregar. El constructor utiliza los fondos de esa cuota adelantada para financiar el proyecto y el banco también le presta sabiendo que tienes una preventa importante. La estructura de Olmos, la irrigación fue similar. Primero vendimos las tierras a estas empresas y con ello financiamos parte de las obras, y hay un segundo ingreso que es la tarifa que nos pagan mensualmente. Las obras las comenzaron en 2012 se concluyeron en 2014 y a partir de ese momento se concluye la inversión de las concesionarias en la obra y comienza la inversión de las empresas agroindustriales, que son inversiones bastante importantes. La inversión de las concesionarias en obras fue cercana a los US $500 millones, pero la inversión de las empresas ha sido superior a los US $2.000 millones”, afirma Pinillos.

“Primero vendimos las tierras a estas empresas y con ello financiamos parte de las obras, y hay un segundo ingreso que es la tarifa que nos pagan mensualmente”. Alfonso Pinillos, Director Concesiones de Irrigación – H2Olmos y Trasvase Olmos.

El proyecto al ser de gran envergadura y complejidad se dividió en etapas. La primera etapa correspondió el trasvase que es una represa y un túnel, el segundo componente fue una central hidroeléctrica y el tercero la irrigación.

“El gobierno hizo tres concesiones diferentes: la primera concesión que saca a concurso es la del trasvase y ahí nosotros como empresa -lo que es ex Odebrecht que hoy día se llama Novonor- participamos y ganamos el concurso para ser los concesionarios del trasvase. Esa concesión consistía en construir la represa y el túnel y después operar esas obras y mantenerlas por un periodo de 20 años. Nosotros hoy día regulamos, almacenamos las aguas en la represa y a través del túnel trasvasamos el agua necesaria para que sea utilizada en las tierras de las pampas de Olmos. Las obras se concluyeron en 2012 y a partir de ese momento ya estuvieron listas para utilizarse en el riego. La concesión sigue en operación”, explica Pinillos.

El segundo componente concesionado para desarrollar fue el proyecto hidroeléctrico de 50 MW. Este fue entregado a la empresa Sinersa, que inicialmente iba a comenzar sus operaciones comerciales el 7 de octubre del 2020, pero por fuerza mayor pidió un plazo adicional para el desarrollo y se postergó hasta el 16 de julio de 2026.

Y el tercer componente sería la irrigación propiamente tal que fue concesionada a H2Olmos S.A. y ese contrato de concesión fue firmado en 2010.

“Hay una diferencia importante entre la concesión del trasvase con la concesión de irrigación”, aclara Pinillos. “El trasvase tiene un co-financiamiento del Estado. En el caso de la irrigación cuya concesionaria es H2Olmos el 100% de la inversión ha sido realizada por la concesionaria con compromisos de pago de tarifa de agua por parte de las empresas que compraron los terrenos. Es como en la carretera concesionada que hay un peaje y los autos pasan y pagan su peaje, y con este peaje la concesionaria paga lo que invirtió en la carretera y su mantención. Esto funciona igual. Es bien interesante, porque con la estructura financiera del privado logramos financiar el proyecto y se pudo hacer realidad sin financiamiento del gobierno”, agrega.

Las empresas agrícolas que decidieron instalarse en la zona han logrado productividades muy altas, particularmente aquellas que se dedican al arándano, la caña y las paltas.

Son 20 las empresas en total involucradas que son propietarias de las tierras. “Si lo vemos en porcentaje de terrenos yo diría que el 70% es peruano, un 10% chileno, 10% americano y 10% europeo”, cuenta Pinillos. A partir de noviembre de 2014 se comienza a entregar agua a las empresas y mensualmente las empresas pagan una tarifa a la concesionaria H2Olmos por la entrega del servicio de agua y por el mantenimiento de toda la infraestructura de obras como bocatoma, desarenador, caminos, sistema eléctrico de alta tensión y tuberías de presión enterradas. Lo que hace la concesionaria es cobrar por el servicio del agua, ya que en Perú el agua es del Estado. En este caso, la concesionaria tiene la licencia que le permite entregar el agua en bloque y a cada empresa se les entrega una licencia individual.

A partir de ese momento las empresas agrícolas comienzan su desarrollo en el desierto: nivelan los terrenos, colocan modernos sistemas de riego para maximizar el uso eficiente del agua, y todo es altamente tecnificado.

“La tecnología que nosotros utilizamos se llama SCADA. Este sistema tiene todos los mecanismos del proyecto automatizados y se manejan por una sala de control sistematizada. Nosotros conocemos los caudales de agua que se entregan a cada uno de los usuarios, las presiones, abrimos y cerramos compuertas, y hay un control muy eficiente del recurso hídrico. Adicionalmente, el riego de agua no es por canales sino por tuberías que están enterradas y que son presurizadas. Eso permite que el agricultor use la presión de nuestro sistema para su sistema de riego por goteo y no tiene que gastar en energía adicional”, explica Pinillos.

GANARLE AL DESIERTO CON CULTIVOS

Desde 2015 son siete años de desarrollo. En Olmos se han sembrado 24.000 ha. “Creo que, por el tipo de cultivo intensivo, la velocidad y el desarrollo, ha sido impresionante. El primer cultivo es caña de azúcar con cerca de 12.000 ha. El segundo es el palto con cerca de 6.000 ha y le sigue el arándano (blueberry) con alrededor de 3.000 ha. Luego vienen la uva de mesa, espárragos y otros. En promedio para el país ha sido un impacto bastante positivo en el PIB regional con una contribución importantísima.

Eso ha generado exportaciones del orden de los US $200 millones e inversiones de US $2.000 millones. Lo que ha generado una creación de empleo directo muy alto, cerca de 25.000 fijos y en épocas de cosecha llegan hasta los 50 mil o 60 mil. Ha habido una reducción de la extrema pobreza, los salarios en la zona en estos siete años prácticamente se han duplicado por tener una mayor demanda de trabajo y haberse generado migraciones de las zonas vecinas. Todo esto ha hecho que el proyecto Olmos se vea como un éxito”, dice Pinillos.

A nivel agrícola, también las empresas que decidieron instalarse en la zona han logrado productividades muy altas, particularmente aquellas que se dedican al arándano, la caña y las paltas. “Los inversionistas agrícolas están muy satisfechos y eso creo que es, para nosotros como inversionistas o como promotores del proyecto desde el punto de vista privado, una satisfacción de que finalmente quienes apostaron por él, les haya ido bien y tengan buenos retornos. Es bastante positivo el desarrollo del proyecto”, agrega.

Pero en Olmos se desarrollan cultivos de limones, espárragos, pimiento y algunos cultivos temporales como la cebolla. Incluso se comenta que están evaluando, en menor escala, productos cómo la stevia.

Las diferentes zonas de producción y las variaciones climáticas permiten que los ciclos de cultivo en Olmos sean en diferentes momentos, eso hace que salga en una ventana comercial anterior a la zona que está más al sur que es Trujillo y donde está el proyecto Chavimochic. “En la zona de Trujillo hay empresas muy potentes en arándanos, pero primero sale Olmos y llega al mercado de EE.UU., Europa y Japón. Es interesante ver cómo comienzan a llenar estas ventanas, ya que muchas de ellas tienen campos en otras zonas, entonces, de alguna manera, completan su oferta de productos en diferentes momentos del año. Lo mismo sucede para la palta y la uva”.

CÁLCULOS FELICES Y LA SEGUNDA GRAN ETAPA

La primera consideró el trasvase, la hidroeléctrica y la irrigación. El total de tierras para sembrar fueron de 43.500 ha, de esas 5.500 pertenecen a pequeños agricultores del valle antiguo de Olmos que se dividen en parcelas de 5, 10 y 15 ha. y de las cuales hoy en día hay 1.000 ha desarrolladas.

Adicionalmente en el valle, a unos 20 km de donde están las pampas en la zona desértica, hay 38.000 ha que se llaman tierras nuevas, de ellas 33.000 ha que son sembrables, porque siempre se considera un margen que es utilizado para caminos, oficinas, almacenes y packings. De esas 33.000 ha hoy día hay 24.000 sembradas.

“Todavía nos quedan un remanente importante y para poder crecer en esas 9.000 ha se necesita generar una mejor garantía hídrica. Para eso hay un proyecto que se llama el recrecimiento de la presa. La presa, llamada la Presa Limón, tiene una altura de 43 m y un volumen de 37 millones de metros cúbicos, y tenemos un proyecto que busca elevarla a 83 m, es decir, al doble de su tamaño, lo que va a permitir que se pueda acumular más agua y así desarrollar las hectáreas que están pendientes. Todo esto es parte de la primera etapa que engloba el total de 43.500 ha que corresponde al valle viejo y valle nuevo”, explica Pinillos.

Pero en Olmos hoy hay un segundo proyecto en marcha, que corresponde a un plan de desarrollo del gobierno regional que es sembrar otras 40.000 ha nuevas, pero para ello tienen que traer aguas de otros ríos, ya que el río Huancabamba está asignado 100% a la primera etapa. “Para la segunda parte hay que traer más agua, hay que hacer otros túneles y es un proyecto también complejo que requiere una inversión importante, ingeniería compleja, pero pensamos que con el desarrollo que ha tenido la primera etapa es un impulso clarísimo que debería permitir las siguientes etapas. Olmos inicialmente fue complejo porque había mucho cuestionamiento. Se cuestionaba si se iba a hacer el túnel o no, cuáles iban a ser los resultados, si se iban a vender las tierras, si los cultivos iban a crecer bien, si iba a haber mano de obra, si iban a tener la expertis para llevar a cabo el desarrollo de los cultivos”, relata Pinillos.

El éxito de la primera etapa permite mirar con certeza el futuro de una segunda. Los cuestionamientos quedaron en el pasado y son parte de la historia de este proyecto que le dio vida a la zona norte de Perú, permitiendo que tierras que antes no eran cultivables hoy sean un polo de desarrollo agrícola que cambió la cara al desierto para siempre.

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